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Por su fama, el imperio incaico estaba en peligro europeo desde dos lados a la vez. Fue este peligro por Tumbes y Caleta Cruz que se materializó primero.

Seguimos viaje, con el océano Pacífico pegado a nuestra derecha. Velocidad máxima: treinta kilómetros por hora. Velocidad máxima, porque la mínima es paso de babosa para pasar un pozo sin romper algo.

En la vecindad del villorrio de Zorritos, vimos unas antiquísimas torres de petróleo hechas de madera. Sabemos que la explotación del petróleo en el Perú es una actividad antigua. La presencia del petróleo era tan evidente que los primeros pozos ni siquiera fueron perforados sino simplemente excavados a pala.

La carretera, o lo que sirve de carretera, se desliza por una topografía de lomas costeras de sedimentos inestables, desérticos, talladas por una fuerte erosión; parece la Luna más que otra cosa.

Los villorrios, uno tras el otro, se presentan grises, secos, pobres. Ni más ni menos que sus contrapartes en la costa ecuatoriana. Sin embargo se ve, de vez en cuando, grupos enteros de barcos de pesca. Quizás la pesca no alcanza para más; quizás, la gente no conoce más y no quiere más.

En cuanto a la carretera, la mejor manera de describirla es con tres descripciones verbatim de Božka, cada, con una intonación diferente de incredulidad: "qué bárbaro", "qué bárbaro", "qué bárbaro". A veces, se ve ruinas de puentes de cemento hundiéndose en el terreno escurridizo. Los camiones y autobuses viniendo en sentido contrario parecen barquitos adaptándose al olaje - salvo que el olaje es la inenarrable superficie del camino.

Estamos siguiendo las pisadas de Pizarro y de sus bandoleros. Sus caballos estaban ciertamente más adaptados al terreno que nuestras ruedas, pero nos preguntamos dónde conseguían forraje y agua.

Ellos tardaron dos meses caminando en llegar a Caxamarca. Parece que otros mensajeros del inca venían, de vez en cuando, a su encuentro, con algún regalo.

Largo tiempo y corta distancia más tarde, estamos en lo mismo, o sea lo pésimo. Lo curioso, en estas circunstancias, y novedoso en esta Expedición, es que cada villorrio, cada puente cruzando un estero seco, tiene su nombre marcado.

Cruzamos el paralelo 4 sur. Parece mentira, ya estamos a 4 grados del ecuador, 85 grados de nuestro punto más septentrional.

Recién pasamos el villorrio de Mancora. Otro pueblo descuidado. Por qué será, se nos ocurre - comparando mentalmente estos puertitos pesqueros con los puertitos pesqueros de Terra Nova - que las casitas de Terra Nova, todas de >>>>>>>>