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y el grado de belleza del despliegue cambian de año a año según estas condiciones climáticas. Especialmente propicia es una combinación de días soleados y de noches frescas.

Así parece ser la magia.

En contraste con aquellas de otras ciudades, las conexiones viales de Ottawa son muy simples; y nos encontramos fuera de la ciudad, viajando, ahora hacia el sur, prácticamente sin saber cómo, para pernoctar en el primer sitio posible.

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Hoy, salimos otra vez con los primeros albores. Y seguimos viajando hacia el sur por la provincia de Ontario o, más exactamente, por su punta más oriental. Esta zona no es diferente de lo que era el último pedazo de Québec que recorrimos ayer.

Al ver estos lindos campitos, se nos vuelve, con tristeza, el pensamiento a las vacas, y a los terneros enjaulados, que vimos ayer. Y nos apena la idea de que aquellos terneros no conocen sus madres, no conocen la alegría de brincar en un potrero, la alegría de alejarse atrevidamente - pero siempre dentro de una distancia prudente - de sus madres, y de volver a ellas y tomarse un sorbito de leche tibia; la idea de que las vacas no van a conocer los placeres maternos de oler sus terneros, de lamerlos, de reconocerlos entre otros terneros; pero lo mismo - o más o menos lo mismo - ocurre, hoy en día, con humanos en los hospitales llamados modernos; entonces ¿qué se puede esperar?

La palabra Ontario es paraborigen y significa Aguas Hermosas.

Curioso es que, en estas partes por donde viajamos, y en todo el sur de Ontario, la invasión europea llegó no por endogénesis canadiense sino por contragolpe de la bronca en casa del vecino del sur, por contragolpe de la rebelión de las trece colonias proto-vespuccianas contra su madre patria.

Así, los primeros Blancos en llegar fueron los lealistas a Inglaterra echados, o fugándose, de las trece colonias en rebelión. Lo que, instantáneamente, motivó la estrategia militar canadiense de establecer una cadena de asentamientos canadienses como defensa contra el peligro de una proto-Vespuccia con antojo de Manifest Destiny tomando como pretexto a los lealistas.

Y ya que estamos con esta temática, es de insospechable interés notar que aquella vez no fue la única vez, sino la primera de muchas veces, cuando Canadá se encontró amenazado por la siniestra sombra del Manifest Destiny vespucciano siempre en acecho, esa noción, esa fórmula, arrogantes, prepotentes, imperialistas, significando el derecho, la misión, la vocación, >>>>>>>>