español english français česky

> Luego, al abrir las páginas de una revista, nos saltó a la cara la manipulación del público por una publicidad satánica a presión.

> También nos enfrentamos, por primera vez desde que cruzamos a México, con advertencias y preocupaciones relacionadas con niños atrasados mentales, y con cáncer. ¿Será que, en los demás países, no hay tantos niños atrasados y no hay tanto cáncer como en Vespuccia, o será que sí hay tantos niños atrasados y tantos casos de cáncer, pero que los dejan en la sombra, librados a su suerte, o mejor dicho, mala suerte? Sería un interesante caso para investigar. Lo cierto es que, en Vespuccia, hay muchísimo cáncer y muchísimos niños atrasados mentales. Sorprendentemente demasiados en un país supuestamente tan adelantado y tan rico.

> Finalmente, después de habernos reacostumbrado en América Latina a ver criaturas alimentadas con la simple y saludable leche materna, directamente de la productora al consumidor, en cualquier lugar, aun público, como una función natural - lo que es - en Miami, vimos criaturas alimentadas con una papilla industrial que los fabricantes proclaman ser una perfección alimenticia para criaturas, pero que, en realidad, fabrican para satisfacer el gusto ya pervertido de la madre que solícitamente la prueba primero, o sea, agregándole cosas que, a la criatura le son dañinas, pero a la madre, apetitosas.

  Por otra parte, si una madre tuviera la fuerza de carácter de resistir los repetidos tsunamis publicitarios de los fabricantes de las papillas y decidiera alimentar a su criatura con su propio pecho, tendría que hacerlo recluida en su casa y acaso con cortinas cerradas porque de hacerlo en lugar público, por ejemplo en un parque o una playa, se lo consideraría un "indecent exposure", desnudamiento indecente ... en esa sociedad tan podrida de pornografía y demás.

En el momento de abordar el avión para el regreso, descubrimos una manera de introducir a bordo armas, a pesar de las medidas de detección vigentes en los aeropuertos, pero no la vamos a detallar.

En el vuelo de regreso, hicimos escala en "Gauquil", como lo llamó el piloto vespucciano. En el corto vuelo de Guayaquil a Quito, tuvimos la suerte de tener tiempo bueno y, por lo tanto, una linda vista del Chimborazo, del Cotopaxi, de otros nevados, y de la Cordillera en general.

Al regresar al aeropuerto de Quito, nada de largo carreteo por una maraña de pistas, nada de trencitos sobre varios kilómetros para llegar a la terminal, nada de caminata interminable por pasillos sin fin; nada de loquerío callejero a la salida. Todo, a una medida muy humana, casi casera. Del avión a nuestro vehículo esperando: no más de cien metros. Lo grande será impresionante, pero no llevadero.  Nos quedamos con lo chico.  ¿Por qué será que hay que elegir >>>>>>>>