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Efectivamente, encontramos un programa de encantadora y refrescante música andina; pero - y eso era, naturalmente, mejor para nosotros - abandonada a su soledad, sin anunciar las piezas y sin publicidad, como algo atacado de lepra ... Y a las seis ya, en punto, se cortó, como por guillotina, el encanto aun sin sus últimas notas, ahogado en un torrente de música ruidosa por su vaciedad, según el internacionalismo de moda. Así, en esta hora paria de las cinco a las seis de la madrugada, habrán cumplido, nominalmente, con alguna imposición legal de difundir música indígena durante tanto por ciento de su programación.

Adelante hacia la tierra de los Jíbaros, perdón, Shuares.

Esta denominación "Jíbaro" no está sin sus vueltas.

J  Es conocida como nombre de los salvajes cortadores y achicadores de cabezas humanas del Oriente ecuatoriano.

J Pero nos enriquece saber que existe en otras latitudes con otros significados; también, habitualmente, con connotación negativa, aun cuando no sanguinaria, pero también, sorprendentemente, por lo menos una vez, a nuestro conocimiento, con significado positivo. Así, un Jíbaro, en México, es un hombre esquivo, o un mestizo en el sentido peyorativo; en Cuba, es un perro cimarrón; pero en Honduras, es un hombre vigoroso; y en Puerto Rico, es simplemente un campesino blanco; en Colombia atlántica, es alguien harto de comida.

J
  También nos enriquece la versión según la cual la difusión de la palabra sería justamente desde el Oriente ecuatoriano hacia el mundo - y, curiosamente, no como epíteto ofensivo proferido por algún vecino como en el caso de los Esquimales/Inuit, de los Móhoks/Kaniengehagas, y otros, sino como derivado español legítimo de la auto-denominación correcta original por los propios interesados, luego cargado de oprobio por los Españoles y demás Europeos, acostumbrados a sus propias sanguinarias barbaridades pero no a las tsantsas.

 
Esta evolución sería, que la denominación correcta de esa gente en el tiempo de la llegada de los Españoles era Shiviar, que los invasores la amoldaron a su lengua, en Xibar/Xibaro, lo que la evolución de la ortografía castellana cambió a Jibaro-Jíbaro - una dualidad de acentuación todavía hoy coexistente.

Apenas nos desviamos de la carretera troncal de Ecuador, nos encontramos en un desfiladero.

Después de una corta distancia final de asfalto, estamos brincando en un camino de piedra muy malo y subiendo.  ¡Adiós micrófono, adiós grabador!

Molidos - y con el vehículo, nos preguntamos en qué estado - estamos parados, al anochecer, cerca de la iglesia en la plaza central de la aldea de Huambi.

Vamos a tratar de descifrar las notas simbólicas tomadas por Božka durante el viaje.