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Resulta que la deidad máxima de los Incas era el Sol; y este lugar les convenía a los Incas para su culto del Sol por las mismas razones por las cuales a los Cañaris les había convenido, durante muchos siglos, para su culto de la Luna. Pero resulta que los Incas reconocieron, a su llegada, que los Cañaris eran un pueblo muy adelantado - a tal punto, que los Incas decidieron, no apresurar su hegemonía, no subyugar a los Cañaris directamente como lo hacían con los demás pueblos que invadían, sino empezar haciendo los Cañaris sus aliados - aun cuando, naturalmente, con la idea de imponer eventualmente sus modalidades incaicas de todos modos, si bien llevase más tiempo.

Uno de los cambios tenía que ser, naturalmente, del culto de la Luna al culto del Sol; a tal efecto, cuando los Incas construyeron la elipse y los dos recintos religiosos en su plataforma superior, como primer paso dedicaron una de las habitaciones al culto de la Luna y la otra habitación, al culto del Sol; pero eventualmente convencieron a los Cañaris que, por muchas razones, el Sol era mejor que la Luna, y convirtieron la habitación de la Luna también al culto del Sol, dedicando la habitación oriental al Sol del amanecer, la habitación occidental al Sol del anochecer.

Así fue que los Incas llevaron astutamente a los Cañaris de la selenolatría a la heliolatría.

Otro acontecimiento de resonancia histórica del cual fue testigo este sitio es que aquí fue donde el Inca de Quito recibió la infausta noticia de la aparición de los Blancos; no la llegada de Pizarro a Tumbes, sino las andanzas de los Blancos en Panamá y a lo largo de las costas ponientes de Colombia, ya diez años antes del asalto por Pizarro.

Así aprendimos sucinta- pero claramente la historia de Hatún-Cañar - Inca-Pirca; Ingapirca, según se suele escribir.

Dimos recién un paseo por los alrededores de los promontorios.

Hay varias piedras labradas; como algo que se parece a una bañadera o un estanque, un bebedero, de todos modos, seguramente para agua; o como algo llamado Sillón del Inca, que no es ningún sillón de ningún Inca sino una parte de la susodicha bañadera, caída de su barranco al fondo del valle; o varias formas zoológicas pero verdaderamente sin ningún valor, y sin relación con el complejo arqueológico.

Finalmente, para guardar las perspectivas, hay que tener presente qué se hacía en otras partes del mundo cuando fue construido Incapirca, en el siglo XV, y tener presente que, entonces, las maravillas mayas ya eran viejas; así que, en realidad, lo que queda de más interés y más valor en Hatún-Cañar - Incapirca es el significado y la evolución histórica.

Estamos al día con las anotaciones.  Decidimos quedarnos aquí el resto del día.