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Hoy fue domingo.

Bien podíamos haber viajado hacia nuestra próxima meta, la ciudad de Guayaquil, pero no hubiese servido para nada llegar un domingo, así que, con todo lo que ya vimos de las excavaciones e investigaciones arqueológicas, nos quedamos otro día más yendo de excavación en excavación.

Todavía no nos cansamos de asombrarnos ante la meticulosidad de relevamiento de rasgos que podrían parecer irremediablemente sin importancia. Hay que ver para creer que realmente se hace así; un área de capa excavada, reproducida en papel milimétrico en escala de 1:10, con cada fragmento de concha en su lugar - y si hay una constelación de fragmentos de conchas en el terreno, hay una constelación de dibujitos en el papel milimétrico.

Y siempre se aprende algo;

  1. por ejemplo, que los entierros humanos no son los únicos entierros; también se encontró en este sitio entierros de perros;
  2. por ejemplo, que el sistema de analizar la estratigrafía del terreno por capas funcionales o sea que corresponden a alguna actividad humana, sistema que a nosotros nos parece tan obvio, es un invento muy reciente: antes, los estudios estratigráficos - cuando se hacían - se hacían por capas arbitrarias y equidistantes de tantos centímetros, sin reparar en las relaciones de cada capa con sus vecinas.

También nos dimos cuenta de hasta qué punto todos los miles de datos que los arqueólogos observan y juntan con tanta meticulosidad, los observan y juntan no porque les parezcan importantes - no pueden saber si son importantes o no - sino por la simple razón de que existen, sin preocuparse de su importancia o falta de importancia; vale decir que muchos datos recogidos resultarán ser sin importancia y que se perdió tiempo y energía en recogerlos, pero la evaluación de importancia o falta de importancia será posible solamente más tarde, en el contexto general, cuando se pueda hacer proyecciones y comparaciones; así que, de momento, se recoge todos los datos con ciega abnegación.

Por otra parte, nos enteramos de que, a media hora de aquí, cerca del pueblo de Santa Elena, o sea en un sitio por donde ya pasamos para llegar aquí, hay una excavación arqueológica con, entre otras cosas, dos esqueletos que se podría llamar escandalosos; su nombre lo dice todo: los Amantes de Zumpa. Es un sitio terminantemente prohibido al común de los mortales pero nuestros arqueólogos de aquí nos dieron una recomendación para la arqueóloga que hizo la excavación de allá.