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Mientras tanto, hemos cruzado el río tributario Saguenay; no hay puente; tuvimos que tomar un transbordador; es que, mejor dicho, es un estuario; y mejor dicho todavía, es un fiordo-estuario.

Desde el río Saguenay, el panorama se ha vuelto otra vez más montañoso, y por lo tanto más pintoresco, si bien sin mar - río a la vista.

En las últimas horas, el camino ha resultado bastante malo.

Un cambio digno de notar se muestra en la vegetación. Ya esta mañana, se veía, de vez en cuando, árboles de hojas caedizas asomándose entre los coníferos; pero, ahora, no se puede dejar de notar la cantidad cada vez mayor de árboles de hojas - desnudos, naturalmente - mezclándose de manera cada vez más obvia con los árboles de agujas.

Sigue la agradable variedad de las casas a lo largo del camino.

En este momento, reaparecieron, quizás por última vez, las aguas del río San Lorenzo. La orilla del otro lado se ve más cerca, si bien el río sigue ancho. ¿Qué sentían, qué pensaban, Jacques Cartier y otros buscadores de China y Japón, cuando se acercaban por estos lados? ¿Creían de veras que estaban llegando al estrecho que los llevaría hacia el Oriente por Occidente?

Volviendo, otra vez más, al francés quebequense - que habría que llamar, más propiamente, simplemente quebequense - a veces, llega a extremos bien curiosos que se podrían ilustrar con un ejemplo. Vimos una estación de servicio con un orgulloso cartel declarando Gaz Aoutelette, lo que, a quien no sabe ni francés ni inglés, parece bastante francés; a quien sabe francés pero no inglés, resulta bastante misterioso, quizás una palabra francesa desconocida, quizás algo relacionado con el mes de agosto por la palabra août, agosto, en francés; pero a quien sabe inglés, en seguida le trae a la mente las palabras inglesas Gas Outlet.

En oportunidad de haber visto por última vez, por lo menos en su forma ancha, el río Saint-Laurent, nos preguntamos cuál era el nombre verdadero y original indígena, incluso antes de que fuera "río de Canadá".

También, pensando en las sacudidas que tuvimos que aguantar, mayormente en la travesía de Terra Nova a Labrador, pero también, en cierta medida, de Labrador a Havre-Saint-Pierre, tenemos ahora un respeto y una comprensión más desarrollados de las hazañas marítimas de los Vikingos y de los exploradores posteriores de América, y hasta de todos los navegantes de la antigüedad que navegaban "solamente" a lo largo de las costas.

Son las cuatro de la tarde.  Increíblemente, ya es de noche.  Vamos a parar.