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- Como en casi todos los países hispanoamericanos vistos hasta ahora, también aquí sigue el colonialismo, por lo menos cierto colonialismo tecnológico, porque, aquí también, gasoline is sold by the gallon - perdón, gasolina se vende por galón.

- Como en casi todos los países hispanoamericanos vistos hasta ahora, también aquí los políticos probablemente no podrían sobrevivir sin grandes superficies de paredes arruinadas por el pintado de sus lemas partidarios.

- En contraste con, tal vez, todos los países hispanoamericanos vistos hasta ahora, parece que se terminaron los carros y que aparecieron los coches.

- En contraste con, tal vez, todos los países hispanoamericanos vistos hasta ahora, parece que Ecuador se da cuenta de que un refrigerador no produce nieve, y por lo tanto no lo llama nevera, sino simplemente refrigerador.

Media hora más tarde. Estamos, por fin, a la altura de aquel pico blanco; lo tenemos a nuestra derecha y lo vamos dejando atrás, el Cotacachi, uno de los muchísimos volcanes de Ecuador, con una altitud de 4.966 metros; con el habitual margen implícito, se entiende.

Estamos en Otavalo. Sí, hay feria; sí, llegamos bien a tiempo. Son recién las 8:30, una hora más o menos decente para una feria que parece que empieza regularmente a las cuatro de la madrugada - aunque no sabemos qué se puede hacer en semejante total oscuridad; tal vez ir preparando los puestos.

Vamos a ver.

Nos pasamos tres horas en el mercado. Las 8:30 resultó ser la hora buena para encontrarlo en el pico de su actividad; a las 11:30 ya estaba en agonía.

Tuvimos amplio tiempo para observar los indígenas vendiendo sus artesanías - en su mayoría, artículos tejidos, ya sea indumentaria o tapices, pero también un poco de cerámica, de cuero repujado, sin olvidar la indispensable comida para los hambrientos. La indumentaria - tejida a mano, se entiende - nos pareció muy buena y sumamente barata. No sorprendentemente, varias personas, obviamente venidas de otras partes, compraban mercadería al por mayor, como quien la va a revender. Como dijo Božka, lástima que ella nos tejió tanta ropa de lana para la Expedición, y lástima que, de todos modos, ya no la necesitaremos tanto, ya que el Artico en invierno lo tenemos hecho.

Los paraborígenes, venidos de todos los pueblitos de los alrededores para el ritual mercantil semanal, naturalmente vestían su indumentaria local. Los hombres, en esencia una mezcla de lo que ya vimos anteriormente, con sus pantalones de lienzo blanco, del tipo de doble caño recto y redondo, y también >>>>>>>>