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manteniendo la piedra entre sus dedos con gran maestría - pero nos preguntamos por qué no se puede utilizar una guía sobre rieles para dar a la piedra una estabilidad seguramente inmejorable.

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  Y falta el extraño mercadeo de las esmeraldas - según presenciamos varias veces desde que llegamos a Muzo, primero, con asombro, luego, en ciertos casos, con el regocijo e interés de quien mira un drama de títeres del cual se puede prever astutamente las inevitables etapas, pero del cual no se puede conocer el desenlace hasta que ocurra.

Este aspecto de las esmeraldas llamó nuestra atención y nos dejó perplejos por la arbitrariedad, la falta de seriedad se puede decir, en la fijación del precio.

Por ejemplo, es natural en cualquier compra-venta que el vendedor quiera sacar lo más que pueda y el comprador, pagar lo menos que pueda, es corriente que un vendedor que quiere sacar 10 pida 12 ó 13 ó 14, a lo que el comprador ofrece 8 ó 7; pero hemos visto en la compra-venta de esmeraldas la política corriente de un vendedor pidiendo por ejemplo 6.000 u 8.000, a lo que el comprador le respondía con una oferta de por ejemplo 1.500 ó 2.000, a lo que el vendedor, en vez de retirarse ofendido, y sabiendo muy bien que había pedido un disparate como quien pesca en aguas turbias, bajaba su precio de cualquier cantidad arbitraria y el comprador a su vez subía su oferta de manera fuera de proporción.

Y hay casos cuando una esmeralda, o un lote de esmeraldas, aumenta su precio de 100/oo varias veces seguidas; un comprador adquiere una esmeralda a cierto precio, se da media vuelta y la vende al doble del precio que pagó; y el nuevo comprador, a su vez, se da media vuelta y la vende al doble del precio que él pagó; o sea que, de repente, la esmeralda vale cuatro veces su precio original.

La propia ganga que nos fue obsequiada en la mina es un caso concreto ilustrativo; no está en venta, va a ser un recuerdo muy preciado para nosotros, pero las varias estimaciones monetarias que le fueron asignadas van del simple al decuple; ahora que, en este caso, estas diferencias se justifican en parte porque no se trata de esmeraldas más o menos tipificadas sino de una pieza de museo.

Así fue nuestro descubrimiento del mundo de las esmeraldas en su centro máximo; su extracción industrial en la mina, su extracción a paladas por los guaqueros en los residuos de la mina, su transformación de piedra bruta en luminarias de joyería, las rarezas de su comercialización, el ambiente mismo de los rancheríos de los caras-sucias-de-palas-largas, y del pueblo de Muzo, donde lo que más se ve son manos tendidas con la palma hacia arriba o el índice y el pulgar apuntando hacia alguna luz, en ambos casos, con el propósito de analizar una chispa.