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la estación de policía, con la autorización de los oficiales; aun no podemos aceptar plenamente la idea de que toda una sociedad esté tan mechada de delincuencia.

Pasando a otras cosas, dos anotaciones finales para hoy.

En Colombia también, la nafta se vende por galón; otro caso de colonialismo intelectual; y se llama gasolina, lo mismo que en todos los países desde Canadá hasta aquí.

Nos causa gracia cada vez que escuchamos que nuestro vehículo es sabroso, que documentos en orden son sabrosos, que nuestra Expedición es sabrosa.

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Esta mañana, después de enfrentarnos con la realidad de haber recorrido un gran total de 22 kilómetros de un camino de piedras en una hora y media, decidimos detenernos para decidir qué hacer.

Una hora y media, y 22 kilómetros de castigo para el vehículo y para nosotros; todavía falta 60 kilómetros para Muzo; además, hablando con los lugareños, nos enteramos de que las minas, porque las hay dos, no se encuentran en Muzo sino en realidad a 15 kilómetros más allá - así que 60 y 15 en realidad son 75 kilómetros; y, según nos dijeron, de un camino que iría de mal en peor; y luego, 75 kilómetros de lo mismo para volver a este punto, y luego todavía los 22 kilómetros de regreso de lo ya hecho.

Decidimos que no hay esmeralda en este mundo que valga todas estas piedras. De paso, aprendimos que son minas a tierra abierta, que se trabajan con grandes topadoras, así que probablemente será, como en el caso del oro, mucha industrialización y poco romanticismo.

Por lo dicho, media vuelta, pues, y hacia nuestra próxima meta, el pueblo de Zipaquirá, ya casi cerca de Bogotá.

Pero no fue tiempo perdido, este viaje parcial a Muzo. Observamos con sumo interés, para no decir sorpresa, el verdor y la abundancia de los pastajes de altura cubriendo laderas a veces muy empinadas, con una población vacuna bastante nutrida y luciendo muy bien, toda de raza lechera.

Justamente a la hora cuando pasamos, en todos los ranchos a lo largo del camino, estaban ocupados con la leche, en secuencia: en un lugar, ya tenían los tarros vacíos porque había pasado el camión recolector; en el siguiente, tenían los tarros llenos esperando el camión recolector; en el siguiente, estaban llenando los tarros; en el siguiente, estaban recién ordeñando las vacas. De no haber visto esto, nos hubiésemos imaginado unos Andes áridos; >>>>>>>>