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porque realmente estábamos tan abrumados por todo lo demás, pero aquí, en Santa Marta, fuimos.

No nos arrepentimos, al contrario. Las únicas piezas de oro precolombinas que habíamos visto antes habían sido aquellas del museo de Costa Rica, y, en verdad, no nos habían impresionado en demasía porque se trataba de piezas, en su mayoría, bidimensionales o sea perfectamente chatas. Aquí, nos encontramos con una técnica y una expresión creativa sin duda tridimensionales, mucho más complejas, tecnológica- y artísticamente. Lo curioso del caso es que los Taironas, el pueblo autor de dichas piezas de orfebrería, ni siquiera tenían oro propio, tenían que comprarlo por trueque de otros pueblos que sí tenían acceso al metal en la naturaleza.

Otra cosa de interés, de gran interés, quizás de mayor interés - y sin ninguna relación con oro en este Museo del Oro - que vimos fue la técnica de impresión por el sistema de rotativas por los precolombinos, mucho antes del advenimiento del señor Gensfleisch/Gutenberg, que se sistemáticamente hace creer a las masas que "inventó la imprenta"; y muy mucho antes de las prensas rotativas en uso generalizado en los diarios de hoy en día. Naturalmente, no imprimían letras porque letras no tenían, pero sí imprimían dibujos bastante complicados, elaborados en cilindros de terracota, cilindros que luego rodaban por la superficie a decorar. Muy interesante, estas prensas rotativas precolombinas. Por lo que sabemos, también se dan casos de tabletas y de rotativas precolombinas para imprimir dibujos, en el Ecuador.  Allí, veremos.

Incidentalmente, el edificio en el cual se encuentra ahora este Museo del Oro y de las Otras Cosas, es la ex-Aduana, donde fue velado Simón Bolívar cuando murió, de tuberculosis.

En el paraje de Cañaveral.

La historia sigue la misma; sí, parece que hay bancos de coral, pero aquí, no. Nos hace pensar en las informaciones dadas por los indígenas a los invasores en cuanto a la existencia de oro: sí, hay oro, sí, hay mucho oro, pero siempre en otro lugar, preferentemente lejos, muy lejos del lugar donde se daba la información. Así que parece que nos quedaremos con las ganas. Además, hay un cartel que no deja lugar a dudas: "Playa peligrosa - Corrientes fuertes - Tiburones - Este sitio no ofrece seguridad para su vida".  No gracias.

Vamos a dormir entre cocoteros a orilla del mar - después de meticulosa comprobación de que no hay ni la sombra de una nuez muy encima del coche; una sola de esas bombas cocoteras podría causar un desastre.

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