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Es que el peligro de los piratas, evidentemente llegados por mar, no era desde el mar - por ser el mar frente a Cartagena demasiado poco profundo sobre demasiada distancia desde la orilla para permitir a los barcos piratas acercarse lo suficientemente para utilizar sus cañones - sino que era, el peligro, desde una extensa laguna marítima interna de acceso, casi totalmente encerrada, mediterránea, salvo dos conexiones, una grande, una pequeña, con la mar abierta.

Así que los Españoles tuvieron que hacer, e hicieron, lo siguiente, etapa por etapa.

Estrechamente alrededor del núcleo urbano, construyeron algo de once kilómetros de tremendas murallas con todos sus aditamentos defensivos.

En las inmediaciones, levantaron una tremenda fortaleza que posteriores acontecimientos demostraron ser inexpugnable.

║ Algo de 50 años, se afanaron en amontonar una escollera de prohibición a través del mayor de los dos accesos desde el mar - de más de 1,5 kilómetro de ancho, y el más cercano a la ciudad amurallada. Dicha escollera también existe todavía hoy, debajo de las olas.

║ En el otro acceso, el menor - de una angostura de 180 metros solamente, y unos ocho bienvenidos kilómetros más lejos de la ciudad amurallada - levantaron una combinación de dos fuertes: uno, de un lado de la boca, y al ras del agua, el otro, del otro lado, y más alto; también, según se dice, pero no queda vestigios de ello, extendieron una cadena de bronce a través de la angostura, que bajaban sólo para sus propios navíos.

Además, como si todo lo susodicho no fuera bastante, proveyeron siete promontorios en el interior mismo de la laguna con sus respectivos fuertes, fortines, baluartes.

La obvia pregunta es ¿por qué, medidas de seguridad tan extremas? La explicación es que no eran para la protección del núcleo urbano sino para la protección de los inmensos tesoros acumulados en el núcleo urbano. Cartagena la Colonial, de nombre histórico Cartagena de Indias, era el punto de acumulación de los ingentes tesoros robados por los Españoles a todo lo largo de Colombia, traídos en barcos por el río Magdalena, para sus despachos periódicos a España.

La paradójica consecuencia de la facilidad y de la seguridad de este transporte fluvial del botín es que obligaron a los Españoles a otro trabajo faraónico.

No siempre los barcos podían desviar del río Magdalena, por los lagos y ciénagas intervinientes, hacia Cartagena, y en tal caso, tenían que seguir hasta la desembocadura del río y alcanzar Cartagena por mar, cuando, naturalmente, eran tentadora presa de los piratas merodeadores.  Para evitar >>>>>>>>