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cada pasajero, auriculares, para que cada cual se elija el tipo de música y el tipo de volumen más de su gusto.

Parece que esta Expedición nos obliga a salir de nuestra torre de márfil y a re-evaluar principios que, a primera vista, parecen hermosos pero que, en la práctica, se prestan a la dictadura, en perjuicio de la minoría, por parte de la mediocridad de la mayoría.

De todos modos, estamos en Cartagena, y habrá que esperar hasta pasado mañana, lunes de Pascuas - que, felizmente, aquí es día laborable - para ver si, finalmente, podremos presentarnos ante las autoridades de Migración para decirles que entramos por la puerta de atrás y que estamos aquí; y para ver qué pasa con el barco de Panamá y nuestro vehículo.

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Hoy fue un domingo de espera pero no sin su grano de aventura. Fuimos el objeto - mas no la víctima sino el beneficiario - de un fraude; al contrario, el que salió perdiendo fue el defraudador.

Resulta que Karel había salido a la calle para averiguar un poco qué se encontraba dónde. Se le acercaron dos hombres ofreciendo comprarle dólares a un cambio más de 25/oo superior al cambio oficial, y 15/oo superior al cambio negro habitual; Karel les dijo que sí pero, sintiendo una posible trampa, si bien tenía el dinero en el bolsillo, les dijo que no tenía el dinero y que tenía que ir a buscarlo al hotel; al hotel fueron los tres; y Karel pidió a Božka que también bajara a la calle con él. Siguió una vertiginosa sucesión de maniobras por parte de los dos individuos en el recuento de su propio dinero - a veces les sobraba, a veces les faltaba, otra vez estaba bien, pero en un recuento otra vez les faltaba, y más todavía, y en cada caso agregaban o retiraban billetes con velocidad incontrolable - y mientras tanto, se habían acercado dos o tres otros individuos como para aumentar más la confusión y desviar nuestra atención de los billetes.

Hasta que, finalmente, sin lugar a duda para nosotros, la cuenta estuvo bien, cuando Karel asió en un relámpago el fajo de billetes colombianos antes de que los otros hubiesen podido cambiar nada y Božka les entregó los dólares; en ese momento, los individuos nos quisieron devolver los dólares y trataron de arrebatar los pesos colombianos; pero, como nosotros teníamos la certeza, para entonces, de que estábamos enredados en una maniobra, los dejamos con sus dólares, los que, nos cruzó por la cabeza, en ese momento posiblemente ni siquiera ya eran los nuestros sino posiblemente otros, falsos, y nos escapamos con los pesos colombianos.