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tan astuta- y eficientemente encimadas, no hubo ni una gotera en toda la choza.

Pero, al mismo tiempo, qué trastorno para nuestros planes: ¿pararía pronto - duraría toda la noche - mojaría el terreno como para imposibilitar la marcha - seguiría al día siguiente?

Estamos a mitades de abril y es la época cuando el verano se cambia a invierno, o sea cuando termina la época seca y empiezan las lluvias - y lluvias, en esta zona, no quiere decir lluvias de una época húmeda común sino precipitaciones entre las mayores de la Tierra, con una acumulación de 330 centímetros por año en esta parte del istmo, y de 860 centímetros por año un poco más hacia el Pacífico y hacia el sur.

¿Habría que regresar en piragua a Yaviza y abandonar nuestro proyecto de cruzar esta parte de América a pie? Claro, cuando llueve, llueve para todos, y en la piragua también nos mojaríamos pero, por lo menos, el equipo quedaría más a salvo.

En resumen, una noche de bastantes preocupaciones, e interrogantes sin respuestas.

Al amanecer, desapareció la tormenta; el cielo prometía aclararse más tarde y aparecieron nuestros guías preguntando qué hacíamos.

Después de considerar las varias opciones y sus respectivos porcentajes de riesgos y probabilidades, se decidió que la lotería de menos riesgo sería esperar hasta mañana por la mañana, otro día más de espera, para dar tiempo al terreno de secarse un poco y con la esperanza de que, después de semejante tormenta, no habría lluvias unos días, ya que no es todavía la época de lluvias de lleno; aclarando, empero, los guías que se saldrá mañana de todos modos, aunque llueva; quieren darse la posibilidad de ir en condiciones mejores pero, si éstas no se presentan, irán en cualquier condición.

Bien; pero otra vez el problema de quedarnos aquí sin nuestros guías originales y sin haber salido con los nuevos guías - si bien, ahora, creemos que son de palabra.

Después de un preocupado análisis de la situación, y después de aguantarnos la típica fraseología indígena, que es el arte de hablar de cualquier cosa y así evitar de llegar al grano y a una definición clara - por lo menos durante veinte minutos en este caso - nos arreglamos para que nuestros guías emberaes/chocoes se quedasen otro día más con nosotros; más aún, ellos salieron con la idea de que se quedarían un día más después de nuestra salida mañana por la mañana, o sea hasta pasado mañana por la mañana, para darnos el tiempo, en caso de dificultad en el camino durante el primer día, de regresar aquí y volver con ellos a Yaviza. No creemos que sea realmente necesario, pero así lo ofrecieron ellos mismos, y es cierto que da un margen adicional de tranquilidad.