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De él aprendimos, que él se había quedado, hace unos años, cuatro meses en el Darién buscando oro y así se había amistado con los indígenas; que él no había cruzado nunca a Colombia pero que sí sabía que se puede, que los lugareños lo hacen; que sí estaba enterado de las historias de horror de asaltantes cortándole el cogote a uno por cualquier posibilidad de robar pero que él, en los cuatro meses que había estado, no había visto nada alarmante, si bien, por pura lógica, había que aceptar que seguramente tiene que haber maleantes como en cualquier otra parte.

Y nos dijo que le gustaba mucho aquella zona y que le gustaría juntarse con nosotros para el cruce a Colombia a pie; y agregó que uno de sus amigos indígenas, hijo de un cacique, amigo que, en estos momentos de elecciones, está en campaña como candidato a legislador, estaría en Ciudad Panamá en los próximos días, y que sería oportuno hablar con él para juntar más datos en cuanto al cruce hasta Colombia.

Y es lo que estamos esperando en este momento.

Incidentalmente, en la televisora educativa, mientras estábamos mirando el documentario del Darién en una de las pantallas, en otra pantalla, un técnico estaba trabajando en un programa sobre los Andes, así que estábamos viendo concomitantemente dos programas de gran interés para nosotros.

También incidentalmente, otra productora preguntó a Karel si estaría dispuesto a hacer un programa ilustrando una idea que Karel había expresado de paso - la idea de que aquellos alumnos de música que logran ir adelante lo logran no gracias a, sino a pesar de, la instrucción inicial que habitualmente reciben. Así que vamos a tener dos entrevistas, sobre temas totalmente diferentes, en la misma televisora.

Muchas novedades, y demasiado novedosas para una asimilación fácil por nuestras capacidades cerebrales ya bastante agotadas por todas las cogitaciones previas.

Así que ahora tenemos, por un lado, un principio de posibilidad en la ayuda de la marina panameña y, por otro lado, un principio de posibilidad en la idea de cruzar el Tapón del Darién en piragua y a pie.

Pero, en ambos casos, el gran escollo es: y ¿qué con el vehículo? Lo ideal sería que nosotros cruzáramos el Tapón por tierra adentro, llegando a Turbo, y que, al mismo tiempo, nuestro vehículo fuera transportado por la marina a Turbo, lo que aparentemente no está dentro de la buena voluntad del Comandante.

¿Valdría la pena ir a Obaldía para averiguar las posibilidades de cabotaje local de Obaldía a Turbo - o valdría la pena, quizás, hablar a un buen conocido que tenemos en Nueva York y que, a su vez, es muy amigo de un Colombiano con contactos importantes, a ver qué se podría hacer desde Turbo?