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Y no era la primera vez que nos encontramos con una realidad diferente de los cuentos que la gente propaga de boca en boca. En México también, nos habían dicho que el ejército mexicano no dejaba aproximarse la gente a la frontera con Guatemala, y de ello tampoco vimos ni la sombra. Es interesante ver las diferencias entre lo que se dice y lo que hay.

Aproximándonos a la ciudad de León, vimos que, en ese país, virulentemente anti-vespucciano, las marcas de nafta son yanquis.

También aprendimos con deleite que la nafta está muy barata; con un precio de solamente 25/oo del precio de Guatemala y Honduras, y de 60/oo del precio mexicano; ah, pero, al rato, también aprendimos que no está libre sino racionada; el susodicho precio es por cupos mensuales; el que necesita más de lo otorgado o el que no tiene cupos - como nosotros - puede conseguir toda la nafta que quiera, a un precio doble del mencionado; así que no es exactamente como pareció en primer término, pero aun el precio doble es un precio sumamente barato.

León resultó ser una ciudad estrictamente insulsa, con un solo punto de interés, su catedral.

El interés de ésta es que es la negación de todo lo que uno cree que una catedral tendría que ser: nada de arquitectura elevándose hacia Dios, todo como aplastado contra el terreno, con una altura mínima en relación con la gran extensión de la superficie: cada uno de sus campanarios, no más alto que un campanario común, pero con un perímetro fácilmente igual a cuatro campanarios comunes en cuadrado. Bien se podría hablar de estilo "barroco terremotense".  Cien años pasaron entre su iniciación y su finalización.

Por otra parte, esta catedral también tiene su regalo español real, un famoso relicario de topacio mandado por Felipe II. Lamentablemente, tan valioso, que está en una caja fuerte y que la llave la tiene ... el señor obispo.

No hay que confundir esta ciudad de León con otro lugar, llamado León Viejo, que esperábamos visitar más adelante. Este León menos viejo fue fundado en 1610, el León Viejo, en 1524.

En León, nuestro custodio se acordó de conocidos estratégicos que tiene en esa, y tuvo la bondad, de su libre iniciativa, de conseguirnos cupos de nafta por veinte "galones" - ya que, naturalmente, hasta en Nicaragua, siguen mandando las empresas petroleras gringas. Le quedamos agradecidos por los 20 galones, y más aún por su humana gentileza.

Cerca al sur de León, nuestro mapa indicaba un Buenos Aires, pero lo único que encontramos fue una posada de dicho nombre.

Hablando de León Viejo, éste iba a ser nuestra próxima meta, pero el anochecer determinó que pernoctáramos un poco antes, en el pueblo de La Paz.