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pero ahora vemos aviones de transporte militares en vuelo; ah, y ahora, una flotilla de helicópteros volando; y ahora, dos helicópteros más; están bajando, están bajando hacia la carretera frente a nosotros, sí, van a aterrizar; ¿en qué lío nos vamos a meter?; ah, pero no; a lo largo de la carretera, en un campo, hay una base de helicópteros y es allí que se posaron.

Qué vista; hay - a ver - quince helicópteros en este campo, todos, totalmente anónimos, sin ninguna marca, seguramente que son todos vespuccianos - si fueran hondureños, seguramente lucirían, orgullosos, sus colores; ahá, sí, en uno, hay un pequeño dibujo de una mascota con la palabra flipper. En el aire, hay aviones militares de carga, bastante bajo, todos pintados de la misma manera anónima. ¿Para qué poner los puntos sobre las i, no cierto?



Los helicópteros

Si es así hoy, día de clausura de las maniobras, cómo habrá sido, antes.

Por lo visto, en Honduras, todavía utilizan la medida de varas; vimos que se vende lotes de 2.000 varas.

En el pueblo de los tejedores guatemaltecos donde compramos nuestro pedazo de tela directamente del telar, también miden las telas en varas; nos dijo el tejedor que hace falta cuatro varas para una falda de las indígenas.

\TG Estamos en el Cerro de Plata, o sea en Tegus Galpa, o sea en Tegucigalpa.

Será un cerro de plata nominal, pero, en la realidad, es una ciudad perfectamente infeliz, lamentaríamos que se nos ofenda.

Por una parte, queríamos ir a los consulados de Nicaragua, Costa Rica y Argentina. Sacamos las direcciones de una guía telefónica prestada, direcciones que no entendíamos porque estaban todas abreviadas - lo que, de por sí, no es extraño porque lo mismo ocurre en todas partes - y empezamos a preguntar a la gente.

Nadie, pero nadie, ni siquiera los conductores de colectivos, ni siquiera los policías - nadie, supo informarnos, sabía leer un mapa, sabía mostrar en un mapa dónde estábamos. No hay nombres de calles por ninguna parte, y la gente nos dijo con toda seriedad que las calles no tienen nombres, si bien, en el mapa que tenemos, hay nombres.

Y así, de lugar en lugar, enfrentándonos con una situación desesperada e insoluble. En otro lugar más, ya que había que hacer algo, preguntamos otra vez, y otra vez nadie sabía, absolutamente nadie; pero uno de los presentes, al ver nuestro cartel Argentina, se avivó si es que buscábamos la embajada argentina.
          - Sí, señor, la embajada argentina.
          - Ahí está, a la vuelta, a una cuadra de la esquina.