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amarillo aprobado, y con la inscripción aprobada School Bus en puro inglés, de los cuales tantos vimos en Vespuccia - salvo que, aquí, no estamos en anglófona Vespuccia, estamos en hispanófona Guatemala.

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Esta mañana, no solamente nos levantamos antes del amanecer sino que echamos a andar antes del amanecer. La situación del tiempo disponible realmente es crítica.

Ahora que amaneció, estamos parados un rato para el desayuno y, esperando la infusión de yerbas, aprovechamos el tiempo para estas anotaciones. Ya tuvimos una experiencia para comentar.

\GT/  Fue encaminándonos por la larga  arteria de salida  de Ciudad Guatemala.
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Nos topamos con una garita y con dos hombres armados de rifles; y con no sabíamos qué más en la oscuridad total. Bueno, otro puesto de control seguramente.  Pero no.  ¿Qué era?  Tuvimos que preguntar.

Un puesto de peaje, simplemente de peaje de la carretera - y no había el más mínimo cartel de advertencia - ni de la existencia del peaje, ni del importe, naturalmente; había los dos guardas con armas largas en la mano, la garita, adentro, un cobrador, y había que bajarse del vehículo, entrar en la garita, pagar, esperar un recibo en debida forma y luego, por fin, seguir. Un monumento a la ineficiencia.

Ya que no quieren o no pueden instalar el sistema automático que funciona tan bien en otras partes, ¿por qué no cobran a mano, directamente en el vehículo, en vez de estar parados ahí, no haciendo nada, con los rifles en la mano? Y eso, que pasamos a las 5 de la madrugada. ¿Qué será en horas de tráfico? Habría que psicoanalizar el caso.

Hay tanto agringamiento en Guatemala que uno lo ve hasta donde no lo hay. Un poco más tarde, vimos, al paso, un cartel, que se vendía heno; es solamente una fracción de segundo más tarde que nos dimos cuenta de que el cartel rezaba realmente Hay Servicio, y de que no era el substantivo inglés hay - que quiere decir heno - sino el verbo castellano hay; uno se vuelve confundido con el agringamiento imperante aquí.

En el mismo orden de ideas, ayer, vimos en una estación de servicio que vendían gas; naturalmente, no se trataba de gas verdadero sino de la abreviación inconsiderada, inculta y creando confusión, de la palabra gasolina, el mismito tipo de desprecio de palabras, ideas, y conceptos, que impera en Vespuccia.

Ah sí, y ayer vimos un local con aquellas máquinas infernales de juegos electrónicos que parecen hechos de medida para embrutecer auditivamente a la >>>>>>>>