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► Luego, fuimos otra vez al Teatro Nacional, aquel que admiramos tanto el otro día.

De paso, vimos una rareza, un supermercado. Ya estábamos a punto de famina por no poder comprar nada decente en ningún sitio, así que, qué alivio fue para nosotros encontrar cosas ya casi olvidadas, entre otras, un néctar que nos era vedado desde Tijuana, jugo de fruta verdadero, sin aditivos de ningún tipo; así que no nos podemos quejar.

En una revista que hojeamos de paso, vimos un artículo exactamente de medida para levantarnos los espíritus.

En resumen, que, en El Salvador, los guerrilleros han matado a una turista vespucciana cuando querían cobrarle un tributo de guerra; y - uno se imagina, si bien así no lo dice el artículo - cuando ella se habrá negado a ello.

Llegando al Teatro Nacional, comprobamos lo que queríamos comprobar, a saber que, efectivamente, está enclaustrado en sus jardines sin que el público, ciudadano o forastero, pueda disfrutar jamás de su presencia. Pero siempre hay manera de arreglarse, no cierto; nos arreglamos y, minutos más tarde, estábamos caminando por el escenario de la sala chica, por el escenario de la sala grande, y por todas las dependencias.

Por su concepto, el interior de este Teatro Nacional está a la par con muchos grandes teatros de nombre internacional, si bien, quizás por necesidades escénicas ineludibles, no presenta la misma originalidad que el exterior.

En su ejecución material, se nota dinero estirado a lo máximo, o sea que se ha hecho lo mejor que se ha podido con fondos limitados, lo que no es una crítica sino, al contrario, una apreciación del deseo de materializar ideales a pesar de circunstancias limitadas.

La pregunta, naturalmente, es: ¿por qué tanto modernismo, y caro, donde se esperaría colonialismo multisecular? Modernismo no por gusto sino por necesidad.  Véase todos los terremotos ya repetidas veces mencionados.

Ahora, mientras estamos grabando, Karel se da cuenta de que no vimos un piano de concierto, un accesorio prácticamente obligatorio en cualquier sala grande de funciones. Ah, eso sí, lo que nos recalcó varias veces nuestro guía, conciertos de marimba hay a menudo, alternándose con óperas, teatro, varios artistas, y sesiones de cine en la pantalla "más grande de Sudamérica" - si bien Guatemala no está, que sepamos, en Sudamérica.

\GT/  Luego, nos  dirigimos  hacia un parque de la ciudad.
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Creíamos  que iba a ser nuestra última y rapidita visita del día, un mapa en relieve del territorio guatemalteco, en ese parque.  Pero, cuando llegamos, nos encontramos con que había un concierto al aire libre de marimba, así que >>>>>>>>