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terminar - que muestra la manera cómo se hace - que el mismo objeto terminado, lo mismo que el ensayo de un concierto es más interesante que el concierto mismo.

Después de Que(t)zaltenango, no pudimos seguir anotando los acontecimientos, por causa de la dificultad del manejo; así, recién ahora, cuando estamos parados para la noche, vamos a tratar de no omitir nada.

Nuestra próxima meta después de Que(t)zaltenango fue Chichicastenango. Evidentemente, por aquí los topónimos parecen terminar a menudo en tenango.

De Que(t)zaltenango hasta el empalme llamado Los Encuentros, seguimos la misma carretera que anoche, o sea la carretera trans-Guatemala, o sea la que también se llama panamericana.

En dicho trecho, tuvimos más hermosura de paisaje, en lo que estamos viendo de Guatemala; y la carretera, dentro de su acusada sinuosidad, estaba bastante buena; y ni un puente volado, ni un puesto de milicia, todo tranquilo y libre.

La indumentaria de la gente se volvió otra vez muy tradicional, inclusive, vimos una novedad: hombres con faldas; pero, naturalmente, no con faldas de mujeres sino faldas de solamente una vuelta simple y hasta la rodilla.

No pudimos resistir tantas tentaciones y tratamos repetidas veces de tomar unas fotografías, pero siendo ello una empresa casi imposible; esa gente es literalmente tan inquieta como los antílopes que tratamos de fotografiar con tan poco éxito. Con nuestro lente a 90 grados, el fotógrafo apretó el obturador varias veces, pero no se atreve a decir que tomó fotografías; el resultado va a quedar un misterio hasta que las hagamos revelar.

Donde esta defensiva con profundas raíces, y por otra parte muy entendible, alcanza una intensidad, una exacerbación, digna de análisis, es en el pueblo de Nahualá, justamente a mitad de camino entre Que(t)zaltenango y Los Encuentros; pueblo de gente tan taciturna, orgullosa y apegada estrictamente a sus costumbres y creencias mayas tradicionales que es, según aprendimos, algo hostil aun hacia otros paraborígenes.

Algo que ya notamos repetidas veces, y seguimos notando, es la total ausencia de chimeneas en las chozas, casitas o casas; y no es que no hagan fuego; el detalle está en que el humo sale por todos los intersticios de los techos. ¿Por qué será así - cómo puede la gente sobrevivir adentro? Muy curioso, muy curioso.

El tramo de la carretera desde Nahualá a Los Encuentros cruza una zona que, se dice, es de los pájaros quetzales. Lamentablemente, pero no sorprendentemente, no vimos ni uno. El lugar más seguro para ver un quetzal, creemos que es el museo arqueológico de Ciudad Guatemala.