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que cruzamos a México, por primera vez en todo un mes, conseguimos lo que esperábamos tener todos los días: un informativo que dure más de cuarenta segundos, y trate, del precio de la leche, si se quiere, pero también de otras cosas. Empero, fue una recepción marginal, sin mucha claridad, y cuando empezaron a difundir música de Shostakovich, fue mejor apagar el receptor.

Una característica de forma que tuvo este boletín informativo - que no sabemos si tiene que gustar o no - es que el texto venía dividido, frase por frase, entre un locutor y una locutora; y que, además, los varios temas tratados estaban separados por repiques de campanas electrónicas. Hay que reconocer que es muestra de buena voluntad creativa, pero creemos que, después de todo, no nos gusta demasiado - corta la continuidad y comprensión de lo expresado, y da una impresión de opereta.

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Esta madrugada, tratamos de sintonizar otra vez la voz milagrosa en el desierto radiofónico, pero no había la voz. Recién a las 7 empezaron las transmisiones. Así aprendimos que éstas se efectúan por toda una serie de bandas radiofónicas, en amplitud modulada, en frecuencia modulada, hasta en ondas cortas para el exterior, una lista bien impresionante en teoría - pero que no sabemos de qué sirve si, en la práctica de cada día, tuvimos que quedarnos en ayunas durante todo este mes pasado.

Bien; seguimos hacia Taxco.

Esta anotación va durante una bienvenida paradita para comernos una sopa de iguana y un guiso de iguana. No hay manera, en estas rutas, de hablar en el micrófono y manejar al mismo tiempo - y es el tema de esta anotación.

Es simplemente increíble las miles y miles de curvas que hay sin interrupción, las subidas, las bajadas, los panoramas consiguientes - desde vastísimos hacia el infinito, hasta profundos en las inmediaciones de la carretera; uno llega a sentirse aprisionado por esta topografía y esta red vial convulsionadas; una cosa es vivir en la llanura e irse a las sierras, de paseo, y otra cosa muy diferente es no poder dar un paso para adelante, para atrás, de costado, sin enfrentarse con este enredo de curvas bajando y curvas subiendo.

Ya está lista la iguana; vamos a ver.

Vimos; mejor dicho, probamos; en pocas palabras, comimos un caldo y un guiso de pollo con huesos un poco raros; pero ahora sabemos qué sabor tiene una iguana.