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habitantes, hay 101 guías: cuando entramos al pueblo, ayer a la tardecita, a los 50 ó 100 metros ya teníamos guías para elegir - y esta mañana, al entrar nuevamente al pueblo, nos vimos envueltos por jinetes a caballo siguiéndonos para ofrecernos sus servicios.

Los mandamos todos a pasear y luego, con calma, nos tomamos un guía; e hicimos bien, porque, sin guía, es mucho más fácil perder que encontrar la huella.

Nuestro guía nos explicó que, hasta la aparición del volcán, nadie en la zona podía hablar castellano, todo era tarasca; es por el influjo de gentes de afuera a causa del volcán que los lugareños empezaron a aprender a hablar castellano.

El puro hecho es que, entre sí, hablan únicamente tarasca, y que el castellano que hablan no es del todo perfecto; por ejemplo, nuestro guía siempre utilizaba el masculino de los adjectivos aun cuando el substantivo era femenino.

Las mujeres - desde niñitas hasta ancianas - visten básicamente como las de La Cantera que vimos el otro día, salvo que, en La Cantera, todas tenían el vestido, debajo de sus delantales y de su manta, de color blanco, mientras que, aquí, lo tienen de colores más oscuros.

Ah, sí, tuvimos la suerte de hablar con una señora de edad quien fue testiga directa de las primeras horas y de los primeros días del nacimiento del volcán.

Así fue este día.

No lejos del lugar donde estamos para la noche, hay un rancho; deben de estar haciendo fuego porque hay un muy agradable olor a fuego de leña en el aire. En el México rural, nunca hay mucha gente, pero siempre hay alguien en los lugares menos esperados; aunque no haya nada ni nadie a la vista, uno nunca puede estar seguro de que no hay alguien dentro de cien metros.

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Esta mañana, nos espera una curiosidad.

En el silencio local de la noche, estuvimos sintiendo, toda la noche, lo que no puede haber sido otra cosa que el lejano rugido leonino de los camiones mexicanos sin silenciadores; tenemos que estar dentro de alcance del asfalto; la pregunta es cuánto. Karel dice unos 500 metros, Božka dice que 1.500 metros.  Cuando echemos a andar, veremos.

Una curiosidad que nunca se satisfará es la siguiente.