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o Un instrumento que él sabe que los Aztecas tenían, y que trató de construir, es un platillo de barro, de 1 metro - 1,5 metro de diámetro y de unos 15 centímetros de grosor, que tendría un sonido como un gong; pero, hasta ahora, se le fue rompiendo al ser tocado - ya hizo seis y se le rompieron seis, pero es el precio que tiene que pagar el investigador.

Luego, aprovechamos nuestra estadía en el ex-Hospicio para ir a ver otra vez los murales originales de Orozco.

Esta vez, tuvimos la grandísima suerte de enterarnos, de la boca de un experto, del significado exacto de todos los detalles de todos los murales de la ex-capilla del ex-Hospicio. Es realmente fascinante, es colosal. Después de haber sentido esta filosofía pictórica, gran parte de la pintura habitual parece ser, aun en sus más famosas expresiones, un pasatiempo frívolo, mientras que ésta es tan profunda como un tratado de filosofía.

Hay otros lugares en Guadalajara con murales del maestro; uno de los mejores se encuentra en la escalera central del Palacio de Gobierno.

Y luego, nos hicimos una escapadita para ver dos iglesias más. Y da la casualidad de que, en esta escapadita, encontramos un rinconcito, no más grande que lo que hace falta para contener, dos iglesias - una de cada lado de una calle - y una columnata demarcando un espacio cuadrado con un juego de agua en el centro, pero, a nuestro modo de ver, el sitio de más personalidad y atracción de todo Guadalajara; con tanta personalidad y tanta atracción que resulta interesante aun para no-Vespuccianos y no-Canadienses.

La fuente de agua en el centro ayuda la impresión global. La columnata es interesante porque ofrece una perspectiva que cambia con cada paso. Las dos iglesias tienen cada una su interés individual, tanto por fuera como por dentro; este interés se agudiza todavía más cuando uno empieza a compararlas; la de San Francisco está decorada por fuera y bastante depurada por dentro; la de Nuestra Señora de Aranzazú es de una simplicidad espartana de afuera pero por dentro es todo estilo churrigueresco. Incidentalmente, uno se pregunta cómo dos iglesias lado a lado con sólo una calle de por medio podían ser útiles y podían subsistir - sin contar la multitud de otras iglesias en Guadalajara.

En cuanto a otra iglesia, la de Santa Mónica, salvo por sus dos portadas con pareadas columnas salomónicas, decoraciones con millares de pámpanos, una multitud de racimos de vid y otras ornamentaciones, ni siquiera parece una iglesia; podría ser el edificio más vetusto de todo Guadalajara; hay una estatua interesante por ser de una ejecución no académica sino crudamente popular.

Es de interés, no solamente en esta iglesia sino en varias otras de Guadalajara, el fuerte contraste entre el elaborado refinamiento de las fachadas de entrada y la muy cruda hechura de todas las demás paredes.