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norte de Guadalajara, a ver qué es la Barranca de Oblatos, de la cual tenemos la información de que es un cañón de 600 metros de profundidad estupendo.

La contaminación no deja de sorprender - no tanto por su acumulación total y su permanencia, como por la intensidad y cantidad dejadas por cada vehículo de transporte público; habría que tener una filmadora; los únicos vehículos de transporte público que no echan una contaminación increíble y ofensiva son los trolebuses - y habría que ver qué pasa en el lugar de producción de la electricidad; esperemos que nada.

Acabamos de pasar por un túnel que logra, en quizás no más de cien metros, tener, por razones seguramente imperativas, dos o tres curvas.

Ya ayer, y hoy también, vimos casas de departamentos muy modernas y de lujo donde cada departamento ocupa todo un piso; y se los alquila.

Pensando en ayer, ayer hicimos una compra novedosa para nosotros; compramos huevos; sí, pero no por docena sino por kilogramo; quizás sea esto una manera más realística y equitativa de medir huevos; Božka dice que será porque así se evita la necesidad de calibrar los huevos.

Estamos en la Barranca de Oblatos; esperábamos encontrar un lugar al natural; encontramos un parque urbano al borde de un cañón. Si se considera como un parque, ciertamente, en otros tiempos, tiene que haber sido un lindo paseo para las familias de Guadalajara; si se considera como un cañón, ciertamente no tiene nada extraordinario. Según lo que vemos nosotros esta mañana, se puede decir que es un cañón con un río de contaminación - ni se puede ver claramente el otro lado del cañón; eso sí, se puede hacer un estudio estratográfico de la acumulación de la contaminación en la profundidad; lástima que no sepamos hacer el análisis de las capas y que no haya alguien para explicárnoslas.

Vamos a visitar el centro de Guadalajara, o sea lo que es Guadalajara en los ojos de la industria turística - el núcleo colonial español. También vamos a ver unos murales de Orozco. Lo bueno sería que salgamos de Guadalajara antes del anochecer.

Estamos parados para la noche. Pero con la historia de siempre; siempre se nos va escapando el tiempo - no estamos fuera de Guadalajara sino en el mismo sitio de la calle de anoche; y no es que Guadalajara requiera tanto tiempo sino que, a último momento, cuando ya pensábamos tener todo terminado, se nos vino, en total sorpresa, una circunstancia elusiva, efímera y, por lo menos para nosotros durante esta Expedición, irrepetible, que cautivó nuestro interés durante más de una hora.

En el Guadalajara colonial, no encontramos nada que ponga una chispa en nuestro interés.  A saber.