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Al despertarnos, al prender la radio, tuvimos otro vistazo, o quizás sea oidazo, de otra tajada de la vida por estas partes.

 . Por un lado, hay las preocupaciones que parecen universales en este planeta, o sea las condiciones económicas - hablan mucho de reducción de la actividad económica, de cerrar fábricas, de reducir los servicios sociales.

 . Por otro lado, tienen sus preocupaciones propias: otra vez, se escucha gran cantidad de advertencias de temporales y altos vientos. Cuando se escucha tal estado del tiempo, uno se pregunta si la actividad pesquera en esta época del año terminó realmente por el agotamiento de las cuotas, o porque actividad en tierra firme es mejor que los peligros de los mares enfurecidos.

Incidentalmente, ayer vimos algo nuevo para nosotros, lo que se podría llamar un garaje, un estacionamiento, para barcos de pesca; se trata de un entablado de cierta elevación por encima del terreno circundante, plano y horizontal, donde están estacionados para el invierno, hasta en las docenas, barcos de pesca - en seco.  Un poco fantasmal.

La carretera sigue siendo muy buena en esta extremidad puntiaguda de la isla. El único tráfico somos nosotros. Ah pero, en este mismito instante nos alejamos del mar, y la carretera empezó a subir por un terreno de serranía; con las nubes cerquita no más encima de nuestras cabezas, esta situación no nos gusta para nada; ojalá no alcancemos las nubes y no se vuelvan niebla.

Felizmente, antes de las nubes, alcanzamos una bajada de ripio hacia Straumfjord. Bajo el diluvio, el ripio está hecho arroyuelo. Vamos a ver qué pasa.

Straumfjord.

Y ahora, ¿qué? Llueve con rabia. Con rabia, porque el viento flagela con rabia. De puro capricho, acabamos de medirlo. Según nuestro anemómetro, oscila entre 35 kilómetros y 55 kilómetros por hora. Y hace mucho frío. No sabemos en grados, pero sabemos en sensación ... - No, con este frío, no vamos a decir la estupidez de sensación térmica, habría que inventar algo como sensación criométrica, algo así, o, mejor, algo que sirva tanto hacia el calor como hacia el frío, pero para eso no hay ni tiempo, ni ganas.

Y esperar un cambio de tiempo, ni pensarlo:

1) con este tiempo, en esta época, en este lugar, no hay razonable esperanza a >>>la vista;

2) tenemos el imperativo de llegar al alto Artico en invierno.  ¿Entonces?

Felizmente, quizás solución. Solución providencial. Si bien el sitio está desolado como un fin de mundo, sin alma a la vista, apareció en la puerta de un edificio, más galpón que otra cosa, un hombre.