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cambio de 100 pesos por dólar cuando el cambio en estos momentos es de alrededor de 160 pesos por dólar; le dimos 8 pesos por sus 5 centavos; otro, tenía una moneda de 25 centavos vespuccianos, le dimos el mismo cambio a él; y la alegría que les dimos con tan inesperada bonanza no tiene precio.

•/ Otro, recibió una gaseosa; otro, una gaseosa; otro, una manzana; otro, un lápiz; y todos querían, más que nada, pero eso no pudimos dárselo, un frasco de plástico rociador de líquidos para facilitarles el lavado de parabrisas que siempre quieren imponer a todos los automovilistas que tienen la desventura de parar en el pueblo - como también lo querían imponer a nosotros.

Estamos viendo plantaciones nuevas para nosotros: ya sea tupidos bosques de bananeros, o una rara mezcla de bananeros bastante espaciados intercultivados con maíz; también, campos de tabaco con, naturalmente, secaderos de tabaco.

La carretera sigue mala; a veces, muy mala. Lo único que no cambia es la increíble cantidad de tráfico, especialmente camiones grandes con acoplados, ruidosos y hediondos.

Ay, otro ejemplo de la extraña mezcla de mugre y de inquietud creativa: un camión echando su peste mortal por atrás, y luciendo en su paragolpe delantero la exquisita poesía de la leyenda "Blanca Selena", perfectamente fuera de alcance de cualquier camionero de Vespuccia o Canadá, o, para ser más exacto, de cualquier ciudadano típico de aquellos dos países.

Estamos a la altura de Mexcaltitán, la zona de la legendaria Aztlán, o sea Lugar de Garzas, punto de partida de la famosa marcha-mudanza de los Aztecas en busca de un sitio donde establecerse, el sitio que eventualmente se volvió su capital, Tenochtitlán, y hoy es la ciudad de México. Lo curioso, o quizás solamente lo normal, es que, después de haber dejado, en su punto de partida, una zona de lagunas e islotes, los Aztecas decidieron establecerse en lo que era otra zona lacustre con islas; dicha geografía anfibia todavía existe en Mexcaltitán, pero fue borrada en el sitio de llegada por la acumulación humana, no del Tenochtitlán de los Aztecas, sino de Ciudad México por encima de Tenochtitlán.

Cambió la topografía de llana a serrana.

Hay muchos colmenares; a bastante cortos intervalos; y siempre prácticamente pegados al asfalto. Estas colmenas son otro ejemplo de la curiosa dualidad de personalidad que, por un lado, acepta, incluso crea, la degradación de la suciedad, de la desprolijidad, y, por otro lado, tiene inquietudes creativas: las colmenas son desprolijas, porque no están todas en líneas, porque están inclinadas cada cual hacia otro lado, porque sus tapas no están necesariamente bien encuadradas, y sin embargo, cada cajón está pintadito con otro color, lo que, sin duda, le da al colmenar un aspecto de mosaico policromo muy llamativo.


Claro, un poco de orden no estaría de más