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Ah, pero estamos viendo algo que ya casi habíamos olvidado que existe: campos cultivados, grandes extensiones llanas, con los cactos desmontados y substituidos por cultivos bien cuidados; vemos, lado a lado, las extensiones ya bajo cultivo y las que todavía siguen en su estado original de desierto; esta situación también nos hace acordar del norte, cuando veíamos bosques de agujíferos siendo reducidos para dar paso a cultivos agrícolas.

Pero, ¿a qué se debe este milagro, aquí? A la existencia de agua llamada fósil, o sea agua a gran profundidad dentro de la corteza terrestre y sacada con la ayuda financiera del gobierno federal. Esto, tendrían que verlo los misionarios y todas las generaciones anteriores.

Ahora que, si el agua es realmente fósil - o sea de reposición lenta o nula, de todos modos menor que su extracción - la bonanza, ya hoy, está condenada a un fin penoso, con más sufrimiento que si nunca hubiese empezado.

Recién pasamos por un paraje llamado Buenos Aires; es el tercer topónimo homónimo que encontramos desde que cruzamos la frontera a México. También vimos una llantería, o sea gomería, Buenos Aires. En toda Vespuccia y todo Canadá, el único caso de un Buenos Aires que encontramos es de una calle en Los Angeles y donde la ortografía es Buenos Ayres.



Diez kilómetros antes de Villa Insurgentes

Estamos en la vecindad de Villa Insurgentes. La zona se ha vuelto tan agraria que hasta aparecieron agencias de implementos de campo. Qué cambio. De repente, nos vemos en algún lugar de Canadá o de Vespuccia. ¿Y todo, por agua fósil a cuarenta metros de profundidad?

Nosotros también vemos mucha agua estancada en la superficie. Ya tuvimos que pasar varios vados con agua de regular profundidad. Será por las lluvias inhabituales y fuertes de estos últimos días.

Estamos en Ciudad Constitución. Sigue la maravilla agraria. Ahora, entendemos por qué la ruta que corría a lo largo del Golfo, en vez de seguir siempre en la misma dirección hacia la ciudad de La Paz, se desvía por el interior de la península; hay campos arados, hay extensiones de frutales; hay una estación experimental de riego. Hasta el mercado donde paramos se ha vuelto mucho más presentable y surtido, si bien todavía no pudimos conseguir una cosa tan simple como puro jugo de fruta sin algún aditivo.

Ahá, y aquí apareció un gran criadero aviar. Es increíble la diferencia que hace un poco de agua.

Todos los Vespuccianos, y todos aquellos infectados por ellos, que piensan que los Mexicanos son una manga de bandidos haraganes escondidos debajo de un sombrero, tendrían que ver esto.

Lo que nos hace acordar de que, cuando preparábamos la Expedición, en Nueva York, un alma caritativa, que se había enterado de que íbamos a ir a Baja >>>>>>>>