español english français česky

hay, y cuando los hay, ya sea están cerrados con llave - accesibles solamente para ciertas personas, como, por ejemplo, en la biblioteca pública de Mexicali, donde los baños estaban para los miembros habituales de la biblioteca pero no estaban disponibles para lectores fortuitos como nosotros; o ni siquiera está indicada su presencia; o no está indicado qué lado es para damas y cuál, para caballeros; o están sumamente sucios y ni siquiera tienen papel higiénico, como justamente los del museo de la misión.

  Naturalmente, con un precio de entrada al museo tan absolutamente ridículo como cobran, no se puede esperar gran cosa, pero sería mejor cobrar una entrada más realística y ofrecer al público comodidades que, al final de cuenta, son de orden público.

║ Pasando a los mercados, aquí, en México, los precios están indicados de la manera civilizada, con los pesos y los centavos separados e indicados por tamaños diferentes de las cifras, al contrario de lo que notamos en Vespuccia y Canadá, donde nunca se sabe dónde terminan los dólares y dónde empiezan los centavos.

  Por lo visto hasta ahora, la comida está bastante barata, pero no se puede esperar una perfecta homogeneidad de calidad; no hay que extrañarse si, en una compra de huevos, alguno resulta podrido; si, en una compra de naranjas, cada naranja tiene una jugosidad y un sabor diferentes; si, en una compra de dátiles, aparecen gusanos; si, en una compra de tomates, algunos resultan buenos y otros, no. Por lo menos, se puede esperar que, por ello mismo, es comida no manipulada y, por lo tanto, sana.

  Cada vez que Božka vuelve del mercado, pregunta por qué los mercados aquí tienen tan poca presentación, tan poco surtido de mercadería. Karel le dice que lo mismo pasaba en lugares apartados análogos de Vespuccia y especialmente de Canadá. Vamos a ver si esta teoría es correcta cuando lleguemos a lugares más céntricos de México.

║ Algo muy práctico y muy descansado en México es el precio de la nafta. Esta es un monopolio del estado y cuesta lo mismo en cualquier parte, por lo menos dentro de lo que recorrimos hasta ahora; no hay por qué cansarse buscando un precio más económico y al final comprar, como quien compra un boleto de lotería, para, muchas veces, encontrar que unas cuadras más lejos hubiera podido comprar todavía más barato. Este precio uniforme es una comodidad bienvenida.

Pensando en la epopeya con la chatita de nuestros guías de ayer, es absolutamente increíble el castigo que el conductor le dio a la chatita - y a nosotros. Esta mañana, y hasta después del mediodía, Karel tenía una desagradable tensión en la base de la nuca y en los hombros; la cosa más parecida a lo que sentimos en aquella chatita debe de ser la doma de potro; y hay que admirar respetuosamente el aguante de la chatita.

Basta para hoy.