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Esta iglesia y sus dependencias son de dimensiones amplias, de sólida estructura de piedra, y sin una sola decoración de ostentación. Fueron construidas con la ayuda de dádivas de la reina de España - una mejor palabra, considerando todo lo que España robó en América, sería restituciones, ¿no cierto? Fueron, naturalmente, el principio de este pueblo y, como vimos, la iglesia sigue siendo parte integral de su vida.

Durante toda la tarde - que, hay que especificar, es el domingo primero de enero, su puerta quedó abierta de par en par, y permanentemente había familias y grupos de personas incluyendo en su paseo dominical una vuelta por la iglesia y una plegaria antes de seguir con su paseo, una manera más simpática, más espontánea y más parte de la vida de cada momento, de comunicarse con el Creador, que una asistencia metódica y programada a un oficio porque así se decretó, sin ningún anhelo posterior.

En la plaza, debajo de los tremendos laureles de la India, vimos niños luciendo sus nuevos juguetes - no hay duda de que estos niños, en el medio del desierto, en el medio de esta península que a mucha gente parece como algo fuera del mapa, están muy al tanto de lo último en el arte de los juguetes, sin olvidar, muy cuerdamente, lo bueno y tradicional: mientras unos muchachos ocupaban buena parte de la plaza con su pelota de fútbol de apariencia totalmente profesional, otros muchachos ocupaban un rincón con una flotilla de camioncitos y otros vehículos miniaturas tele-dirigidos por radio; mientras tanto, las niñas, aun de corta edad, y las jovencitas, lucían, con plena consciencia de su importancia, primorosos y coquetones vestidos como seguramente no hay ni uno solo en toda Vespuccia y todo Canadá, salvo quizás entre ciertos grupos de Negros.

Las palmeras son datileras, por lo que nos hicimos una buena provisión de dátiles a precios ajustados a las circunstancias.



¡Qué altas que son!

Los dátiles los venden mayormente a granel; a veces, los venden en cajas; en las cajas, no hay nombre ni dirección de alguna empresa comercial, de algún responsable, todo anónimo. Sí, hay la leyenda: Primera Datilera de América Latina; tranquilamente podrían haber puesto: Primera Datilera de América, porque, con toda seguridad, las datileras de Alta California son posteriores a ésta; y con más seguridad todavía, en Canadá, no hay.

Naturalmente, estos dátiles no son tan atractivos, de vista o de sabor, como los que se sabe vender en las ciudades grandes. Nos preguntamos cómo es que nadie emprendió un aprovechamiento mejorado de las posibilidades de este oasis, quizás mejorando estas datileras, y quizás plantando nuevas; no sabemos.


Otra cosa muy al natural: una colmena

Otro interés de este conjunto de oasis-pueblo de San Ignacio es, que es el punto de partida para visitar muchas cuevas con pinturas rupestres, siendo una de ellas una de las que nos mencionó la antropóloga en el museo de Mexicali, la cueva de Las Palmeritas.