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Finalmente para hoy, sabemos que, en ciertos lugares de Baja California, hay basurales arqueológicos, especialmente de conchas, dejados por los autóctonos de antaño; todo lo cual es una manera elegante de traer a colación la muy lamentable realidad de tremendos basurales modernos en muchísimos lugares a lo largo de la carretera - y ya no se trata de la basura habitual tirada por transeúntes sino de cantidades descargadas sin duda por camionadas completas, como si fuera la basura de poblados enteros, lo que no se justifica porque vimos carteles indicando basurales municipales establecidos para el propósito. Es fácil hacerse el gracioso y decir que son los basurales arqueológicos para los estudiosos de un futuro lejano, pero la realidad no deja de ser penosa.

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Esta mañana, más hacia todos los sures, cercanos y lejanos.

Anoche, y esta madrugada, mientras parados, hicimos un poco de exploración radiofónica; no sin sorpresa, nos encontramos con que, radiofónicamente también, por lo menos esta parte de Baja California parece ser una colonia vespucciana. Anoche, en la banda de frecuencia modulada, había una sola estación, y era vespucciana; en la banda de amplitud modulada, había muchas estaciones, pero no se podía evitar tropezar con estaciones vespuccianas - al contrario, no era tan fácil encontrar estaciones mexicanas; en pocas palabras, de cada diez estaciones, se puede decir que había por lo menos ocho vespuccianas; y de bastante lejos: de Las Vegas, de Los Angeles y, si no nos equivocamos, hasta de San Francisco. Nos enteramos más de lo que pasa en Vespuccia que de lo que pasa en México, inclusive de que, en Vespuccia, ya hay más de 400 muertos por la ola de frío que tiene.

Hablando de tiempo, aquí, en Baja California, las noches resultan bastante fresquitas: esta mañana, nos despertamos con una mínima de 6 grados; ayer a la mañana, lo mismo.

Antes de arrancar, nos fijamos de más cerca en los cirios. Aparentan más árboles que cactos, pero a menudo tienen el tronco solamente, sin ramas, y cuando tienen ramas, éstas salen verticalmente del tronco como una prolongación de éste. El tronco, y las ramas, están cubiertos de una densa capa de ramitas cortísimas, casi espinas. Alcanzan fácilmente seis metros de altura.  Parece que pueden vivir hasta 500/600 años.

Mientras tanto, la carretera se está deslizando con muchas sinuosidades verticales y horizontales por un desierto no tan desértico como lo imaginábamos; inclusive, se ve vacunos buscándose su desayuno a lo largo de la carretera; pero, en cierta manera, desierto al fin, con muchos cactos - de, por lo menos, media docena de tipos sin olvidar los cirios, por todos los lados.