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especializado bajo el control directo de las autoridades estatales, y por un adulto únicamente.  ¿Cómo se atreve semejante país a querer mandar al mundo?

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\sd/ Cinco días pasaron desde la última anotación. ¿Dónde estamos?  Todavía en
     San Diego. ¿Por qué? Porque, estos cinco días, no paramos un minuto, todo el día desde temprano a la mañana a muy tarde de noche, trabajando como condenados. Nos resulta difícil creer que haya tanta actividad anexa necesaria en el curso de esta Expedición, pero tenemos que aceptar la realidad de los hechos.

Quisimos transcribir todo lo acontecido desde nuestra salida del motel en Los Angeles; quisimos hacer fotocopias de todas nuestras transcripciones desde el principio de esta Expedición hasta el presente, y luego mandarlas a un lugar seguro; tuvimos que hacer varias compras más; tuvimos que hacer otras diligencias más; y no parece, pero no hay la menor duda de que todo lleva tiempo, mucho tiempo.

Los hechos varios que llegaron a nuestros oídos, o nuestra vista, durante estos cinco días son así.

Creíamos que ya nos habíamos acostumbrado, pero, por lo visto, no hay manera de acostumbrarse a la estupidez de una mentalidad programada. Los Vespuccianos no dicen un solo nombre de ciudad sin pegarle, como si fuera parte del nombre de la ciudad, el nombre del país donde se encuentra la ciudad, por más conocida que la ciudad sea. Por ejemplo, el otro día, escuchamos por la milésima vez Bonn-Germany, Bonn-Germany, Bonn-Germany. Realmente asqueante. Y lo mismo ocurre con Madrid-Spain, Lima-Perú, Caracas-Venezuela, Rome-Italy, ad infinitum.  Un asco.

Da la casualidad de que - después de haber visto los barcos de guerra, o por lo menos parte de los barcos de guerra, en la base naval, y de haber comentado que parecía muy vulnerable tener tantos barcos en el mismo sitio - vimos la noticia en los diarios de que, después de tantos años de estar concentrados en San Diego, los barcos iban a ser divididos en tres grupos, uno, quedándose aquí, uno, yendo a San Francisco, y otro, a Seattle.  Curiosa coincidencia.

Después de haber visitado el Laboratorio de Propulsión a Chorro en Pasadena, Božka había preguntado a Karel qué hacían los Rusos en el renglón de la Exploración del espacio. No supo decirle. Pero, ahora, una noticia por ondas cortas nos da la contestación. Los Rusos están preparando, de manera pausada pero determinada y eficiente, el establecimiento de una colonia permanente habitada en órbita alrededor de la Tierra, y de otras colonias humanas permanentes, en la Luna y en Marte.