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porque los dos carteles muestran la misma dirección. Pero llega una bifurcación en la cual el cartel Downtown va en una dirección y el cartel El Centro apunta en otra dirección, dirección que nuestro automovilista hispanohablante toma con toda confianza para llegar al centro, siendo lo malo que el centro de una ciudad, en inglés, es el downtown y que, en este caso, El Centro es simplemente el nombre de un pueblo, en las afueras de San Diego.

\sd/  Aventuras consulares en San Diego; contadas, ya de tardecita.

De inmediato, empezamos el trabajo que nos esperaba: ponernos en contacto con los varios consulados de América Central para conseguir las visas correspon-dientes.

Se terminaron los tiempos cuando podíamos viajar, si no por medio mundo por lo menos por media América, sin el menor trámite, ni preocupación por lo que va a pasar burocráticamente en las fronteras, salvo una corta parada para la ya tradicional declaración de dinero con todas las variaciones cómicas apuntadas en sus oportunidades.  De ahora en adelante, será diferente.

▪ Cuando en Los Angeles, ya habíamos averiguado por anticipado en el consulado de cada país que tiene consulado en Los Angeles, si también hay un consulado en San Diego. México, Guatemala, Honduras y Costa Rica dijeron que sí. Ni El Salvador ni Nicaragua tienen consulado en Los Angeles, y en cuanto a Nicaragua, aprendimos, indirectamente, que su consulado está del otro lado de la frontera, en México, en Tijuana.

Pero acá, al abrir la guía telefónica de San Diego, descubrimos que el único consulado a la vista era el de México. De los consulados, de Costa Rica - que nos interesaba en grado máximo - de Guatemala, y de Honduras, ni la sombra en la guía.

El de Costa Rica nos interesaba fundamentalmente porque, por una parte, según ya sabíamos de Nueva York antes de iniciar la Expedición, Costa Rica deja entrar ciertos pasaportes como ser chilenos, uruguayos, iraníes, argentinos, solamente con visa extraordinaria a solicitar, no normalmente en un consulado, sino por telegrama directamente a la oficina de Migraciones en Costa Rica, con el engorro, el gasto, la duda y la demora consecuentes.

Por lo menos es así que nos habían informado, por un lado, en el consulado costarricence de Nueva York, por escrito - ya que todas nuestras averiguaciones originales las habíamos hecho por escrito - y, por otro lado, también por teléfono, de Los Angeles y otras ciudades - porque todas las averiguaciones hechas por escrito en Nueva York las comprobábamos por teléfono llamando a consulados de todos los respectivos países en varias otras ciudades de Vespuccia.

Pero - por otra parte, y en capital modificación de lo anterior, en el consulado de Costa Rica en Los Angeles, personalmente, nos habían dicho lo que >>>>>>>>