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todos sus precursores - y, a su vez, sólo un peldaño para sus sucesores en el progreso hacia el estado fenomenal presente de las telecomunicaciones. Incluso dentro de esta lista, James Maxwell no hubiese sido quien fue sin todos los nombres que le anteceden, y Samuel Morse necesitó la ayuda de todos los nombres que le siguen.

Realmente, el reflejo, en este caso particular, de una injusticia universal.

\4/ Hablando del cable telegráfico transatlántico así destronado después de cuatro décadas de monopolio, él también tenía su terminal americana en Terra Nova - por la misma razón que el experimento de Marconi, la menor distancia posible a Europa - y él también, a su manera, tenía algo para admirar.

¿Dónde tenía su terminal? Pues ... en la misma bahía-fiordo donde se anida Tickle Cove; cuarenta kilómetros más cerca de la mar abierta; más exactamente, en el pueblo costero de Heart's Contents - a no confundir con Heart's Desire, ni con Heart's Delight, en la misma costa, ni con Heart's Ease en la costa de enfrente; ¿una locurita toponímica, un desafío, una emulación?

¿Y qué tenía de admirable el cable transatlántico? Su estructura, su tenuidad, y su colocado.

→→→ Estaba compuesto de siete hilos de cobre; cada hilo, envuelto en cáñamo alquitranado. Y el conjunto, envuelto, aislado, protegido, por cuatro capas de gutapercha, cinco capas de varios compuestos conteniendo gutapercha, una capa de cáñamo alquitranado, y una vaina de diez hilos de acero.

→→→ Y todo eso, en un diámetro de solamente unos tres centímetros. De no creerlo.

→→→ De tampoco creerlo era el atrevimiento de colocar - nos preguntamos si por inordinario idealismo o por inordinaria codicia - semejante fragilidad, a ciegas, en los abismos ignotos del océano, a profundidades de hasta tres kilómetros, dejándola colgar por encima de rocas, sierras, cañones, submarinas y submarinos, dónde sea que toque fondo, a razón de once kilómetros por hora.

→→→ Es fácil imaginarse lo riesgoso de esta lotería, imaginándose la atmósfera como si fuese un mar, un mar de aire - la atmósfera encima de tierra firme, como siendo la acuásfera encima de su fondo - imaginándose un balón dirigible, o sea una aero-nave en su sentido más exacto de barco del aire, navegando lentamente por el aire a una altitud de tres kilómetros, con total ceguera en cuanto a la topografía debajo - topografía de todos modos poco conocida salvo por la certeza de cordilleras y abismos a cruzar, y largando un tal tenue cable por el aire hasta el fondo de la atmósfera, o sea hasta la superficie de un continente, sobre miles de kilómetros, sin saber dónde y con qué precariedad el cable se va asentando, o más probablemente colgando de escarpadura en escarpadura.