español english français česky

Una noción interesante - seguramente bien lógica pero en la cual no se repara - es que no estamos en una pleamar de colores presente en todos los lugares a la vez sino en una ola, una ola gigante de colores que progresa del norte hacia el sur; o sea que el otoño y su espectáculo empiezan, primero, bien al norte; y luego, a medida que va adelantando la temporada, van progresando hacia el sur; quiere decir que, en este momento, en el norte, el espectáculo se estará terminando, y justamente aquí es donde la ola de colores está en su paroxismo.

Este panorama polícromo es tan variadamente fantástico, que nos parece más fascinante que muchas de las habituales "maravillas" turísticas; y que, localmente, en otoño, todos los diarios de la zona dan noticias diarias de la evolución de este fenómeno; y que hay muchas excursiones por colectivos desde las ciudades para admirar esta tapicería como mano humana nunca hizo o podría hacer.

La base de submarinos. A tiempo llegamos. Por fuera, nada extraordinario, mejor dicho, nada.  Veamos por dentro.

Vimos más que el interior de la base. Vimos el interior de un submarino nuclear; de proa a popa (casi).

Vimos el impresionante enredo de pasillos, cañerías, cables, compuertas, instalaciones y maquinarias. Vimos torpedos almacenados; los tubos por donde los largan. Vimos el puesto de mando, el puesto de pilotaje, el doble puesto de timón. Vimos varios tipos de "computadoras". También tuvimos la oportunidad de mirar por el periscopio, lo que es una sensación bien divertida. Claro que no vimos ningún buque enemigo sino solamente una flotilla de cisnes nadando en el agua de la base por entre los submarinos - en estricta adhesión, no sabemos si por casualidad o por diseño, a la etiqueta de camuflaje de rigor, con su plumaje no blanco sino gris bien oscuro al tono con los submarinos mismos, probablemente cisnes jóvenes.

Según nos explicó el oficial que nos hacía los honores, el submarino que visitamos puede quedarse debajo del agua por tiempo casi ilimitado, semanas enteras sin interrupción: la propulsión la tiene nuclear; el aire lo purifica de sus desechos tóxicos por medio de aparatos en el submarino mismo y le agrega oxígeno fresco que obtiene reduciendo, por electrólisis, agua de mar en sus dos elementos, oxígeno e hidrógeno; agua potable consigue por destilación de agua de mar; puede atacar desde las profundidades sin necesidad de subir a altura de periscopio; también puede calcular con gran exactitud su posición geográfica sin jamás ver el Sol u otras estrellas; así que lo único que finalmente lo obliga a subir de las profundidades es el agotamiento de sus reservas de alimentos.

La dotación, según nos dijo el oficial, es, cuando completa, de unos 150 hombres; pero, en la vida rutinaria de cada día, por una razón u otra, no hay más que aproximadamente alrededor de 135 hombres.