Vemos, de vez en cuando, más manifestaciones de la vida mennonita. Es notable la severidad de su estilo. Las berlinas de tracción equina en que viajan son de forma muy angular, están pintadas de negro de punta a punta y, quizás porque sea el invierno, están cerradas herméticamente - a no ser que no sea solamente contra los elementos sino también contra ojos inquisitivos. Los caballos mismos parecen tener miedo de colores claros y nunca se alejan mucho de ser negros o por lo menos muy oscuros. Asimismo, la indumentaria de los Mennonitas, lo que incluye aun más notablemente las Mennonitas, se abstiene de colores alegres, o simplemente claros, como si fueran la obra del diablo en persona. Por otra parte, todo el mundo respeta a los Mennonitas y concuerda en que son gente muy trabajadora, muy seria, muy recta.
Hemos llegado a Chicago. Vale decir que hemos dejado el estado de Indiana, hemos entrado al estado de Illinois, y hemos cambiado de zona horaria. De repente, las 10 se volvió las 9, y nos encontramos con una hora de yapa.
La primera impresión que tenemos de Chicago no es buena. Lo que vimos hasta ahora es extensiones y extensiones edificadas con mediocridad y ninguna gracia. En cuanto al pavimento, todas las calles que recorrimos hasta ahora tienen un pavimento pésimo que no se esperaría en un lugar de la fama de Chicago; dijimos "lugar" y no dijimos "ciudad" porque, por ahora, no vimos estructura urbanística alguna que justifique el calificativo de ciudad. Vamos a ver cómo se desarrollan las cosas mañana.
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La noche, la pasamos en un motel. No nos gusta pasar noches en un motel, a no ser que sea con muchas horas de la tarde todavía por delante para despachar muchas tareas extra-vehiculares, pero, esta vez, lo hicimos aun sin horas de margen, en defensa propia. Por opiniones recogidas, hubiese sido suicida pasar la noche en las calles de Chicago. De Detroit, pudimos alejarnos a tiempo para la noche, pero aquí, no hay escape, aquí, tenemos que quedarnos, aquí, tuvimos y tendremos, que buscar refugio en un motel. No será sin razón que no se puede pasar unos pocos minutos en las calles de Chicago sin ver un patrullero de la policía; a veces, vimos tres o cuatro en no más de cinco minutos.
\CG/ Hoy, tuvimos el privilegio de visitar, en las afueras de Chicago, el Laboratorio Nacional Argonne, uno de los centros de investigaciones científicas máximos de Vespuccia, y entre los más distinguidos y adelantados laboratorios de investigaciones de todo el planeta. Fue nuestro guía, durante cuatro horas, un profesor universitario.
Tuvimos el privilegio de poder visitar las instalaciones de investigación del comportamiento de materiales radioactivos.