Al norte de Bakersfield ya, en dirección al parque nacional Sequoia; con centenares y centenares de las típicas bombas de petróleo extrayéndolo, cada una con su propio ciclo - una fracción de ciclo diferente de todas las demás - en lo que Božka acaba de describir muy aptamente como una coreografía destartalada. Por otra parte, estas bombas por centenares están entreveradas con miles de postes de líneas eléctricas, porque cada pozo, naturalmente, necesita su suministro de electricidad; la mezcla, de los centenares de bombas en lerdos movimientos dispares de balancín horizontal, y de los miles de postes en demacrada rigidez, y de tantos cables en confusa maraña, radia un fantasmagórico desasosiego.
Ah, pero ahora hay otra vez frutales; miles de frutales; con más extensiones preparadas para más frutales.
Pasó un buen rato, recorrimos una buena distancia - y siguen los frutales; y también hay otros árboles, como olivos, almendros. No son miles, sino millones, los árboles al infinito. Por las distancias que cubren, estas grandes plantaciones nos hacen pensar en los bosques de Canadá. Seguimos viendo cómo árida Alta California puede producir más frutas y verduras que cualquier otra región de Vespuccia.
Sería fácil olvidarse de que estamos en un desierto; pero, pasando la mirada de la magnificencia de las ramas y del follaje al pie de los árboles, uno vuelve de repente a la realidad: hilera tras hilera, todas tienen su pequeño tubo de plástico negro, a todo lo largo, con un orificio en el tubo cerca de cada tronco, de manera que cada árbol recibe sin falta su ración de agua.
Los naranjos, con sus calefactores, cerca de Exeter
Hay que admirar la iniciativa, el saber y la perseverancia que permiten sacar tanto provecho de un desierto.
Lamentablemente, también hay las pulverizaciones. Muchos de los árboles son más grisáceos que verdes, por los insecticidas que reciben. Debe de ser muy malo para la salud vivir permanentemente en esta zona; y trabajar en estas plantaciones, peor.
Anocheció. Así que será mañana que llegaremos al parque nacional Sequoia.
Estamos a la altura del Death Valley. Cuando visitamos este Valle de la Muerte en la época fría de marzo, pensábamos volver a visitarlo nuevamente después de nuestro regreso del Artico, en la época caliente, para poder comparar los dos aspectos del mismo desierto, pero, por todo lo sucedido desde entonces, recién ahora, otra vez en la época fría, podríamos visitarlo nuevamente, lo que, naturalmente, no tendría sentido.
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