Mientras recorríamos el túmulo, que, incidentalmente, no tiene el más mínimo atractivo visual, nos dijimos - sufriendo debajo de la sucesión ininterrumpida de aviones pasando encima de nuestras cabezas al despegar del aeropuerto; sintiendo con nuestras narices la contaminación; acordándonos del purgatorio del tráfico para llegar a este lugar - que si los antiguos constructores de este túmulo pudiesen resucitar y echar un vistazo alrededor, en menos de dos minutos suplicarían que se les deje guardar otra vez sus huesos en lo hondo de la tierra.
<♦> Hablar de agricultura hidropónica es hablar de una secta extremista de la religión agricultural, que cree en fertilizantes y pesticidas químicos - y cuanto más, mejor - en contraste con la religión agricultural que cree en los métodos naturales desarrollados por la naturaleza misma.
Según el credo hidropónico, la mejor manera de cultivar plantas es negarles la lluvia de las nubes, negarles la luz del Sol, negarles las caricias de la brisa, inclusive negarles la intimidad del contacto con el suelo; en otras palabras, es separarlas de la naturaleza, tal como el astrónomo de hoy está separado de sus estrellas, el ternero recién nacido, de su madre; y en vez de ello, encerrar las plantas en cámaras herméticas, y someterlas a un régimen automático, de temperatura, humedad, circulación de aire y nutrición por medio de una solución química.
Las ventajas, según los profetas hidropónicos, son paradisíacas: las plantas tienen mejor sabor, mejor apariencia, mejor calidad general, se guardan mejor, en el caso de flores, tienen mejor calidad e irresistible belleza; cualquier cosa se puede cultivar, en cualquier parte, en cualquier época del año; no hay más los flagelos de falta de agua, exceso de agua, viento, nieve, calor, frío, enfermedades del suelo; y los rendimientos son milagrosos.
Siguiendo la fe hidropónica, se puede producir, en una misma superficie de tierra, 4 a 8 veces más tomates, 30 veces más lechuga, 50 veces más pepinos; y en el renglón de pastaje para ganado - que hasta eso se puede hacer - se puede cosechar de tan sólo un pañuelo de tierra una tonelada anualmente de suculento pasto primaveral en cualquier momento del año, todo el año; y el ahorro de agua de riego es sideral: un 90/oo hasta 97/oo de ahorro, y, en el caso del pastaje, hasta un 99/oo de ahorro del agua normalmente requerida en los cultivos a campo.
Naturalmente, hasta con profetas hay que tener el intelecto astuto y ladino de quien escribe o aplica una ley: hay que hacer la distinción bien clara entre superficie de tierra y superficie de cultivo. En la agricultura natural, un metro cuadrado de tierra es un metro cuadrado de cultivo, en la agricultura hidropónica, cuando se habla de un metro cuadrado de tierra, se habla de 5 u 8 ó 10 metros cuadrados de cultivo porque los cultivos, muchas veces, se realizan en estanterías, así que hay que tomar todas las estadísticas con esta perspectiva.