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Estamos en Zía. Todo lo dicho referente a Santo Domingo vale para Zía; salvo que, aquí, no vimos ningún cartel en alemán.

Aquí, entablamos una conversación con un miembro de la policía de la aldea. Tampoco supo darnos alguna razón, ni convincente ni no convincente, por qué se impone tantas prohibiciones. Lo mejor que supo decir es que, así como otros lugares tienen sus ordenanzas, no hay razón por qué Zía no tuviera ordenanzas propias.

Nosotros pensamos que es, por una parte, para desanimar a los turistas, para que éstos no les vengan a quebrar la tranquilidad, y, por otra parte, quizás también para darse importancia demostrando a sí mismos, y a los demás, que tienen la posibilidad de tomar decisiones que los Vespuccianos no les van a prohibir.

En cuanto a la coexistencia de las kivas y de la iglesia católica, no es una simple coexistencia física, según nos dijo el policía, sino una coexistencia espiritual: los paraborígenes no ven ningún inconveniente en mezclar las creencias cristianas con sus creencias propias; y, de la manera más natural, asisten a una ceremonia religiosa en la iglesia, y acto seguido, en la kiva; o viceversa.

Incidentalmente, Zía es una de las aldeas visitadas por la expedición de Francisco de Coronado.

Y, también incidentalmente, comparando las ruinas de los antiguos pueblos paraborígenes Kuaua y Buarai cerca de Bernalillo, con las construcciones de las aldeas todavía activas hoy, como Zía o Santo Domingo, parece que las cosas hoy son exactamente lo mismo que eran hace 440 años, así que no se ve muy bien la gracia de visitar ruinas de pueblos viejos cuando se puede visitar pueblos de hoy como estaban hace siglos; salvo, naturalmente, que, hoy, tienen electricidad, y que coches entran y salen, como en cualquier otro pueblo.

Lo malo con todas estas aldeas - no solamente éstas dos sino todas las demás aldeas paraborígenes del Surponiente vespucciano - es que se las llama "pueblos", así, en castellano, aun en contexto inglés, lo que puede conllevar dos impresiones descarriantes.

Una impresión descarriante podría ser que todas estas aldeas tienen una relación, de alguna manera acquiescente, con la invasión española de estas tierras, cuando, en realidad, tienen una historia de resistencia a la invasión española de sus tierras.

Incluso, alrededor de 1680, hasta lograron repeler los Españoles hasta el deslinde entre Texas y Chihuahua - aun cuando sólo efímeramente, porque ya en 1692 la férula española estaba de vuelta - la férula yanqui estaba todavía un sesquisiglo en el porvenir.

La otra impresión descarriante podría ser que todas estas aldeas llamadas tan exclusivamente pueblos son descendientes de los paraborígenes Anasazis-Albañiles-Arquitectos - llamados tan burdamente Pueblos por los cerebros que >>>>>>>>