Los árboles se han vuelto menos infrecuentes. Los hay del tipo árido como los enebros y los pinos piñoneros, y los hay también con los actuales colores de otoño - naturalmente, ninguna comparación con aquel follaje fantástico de Nueva Inglaterra, pero hermosos colores de otoño en su sobriedad.
Un rato después de Las Mesitas, ocurrió el ya habitual cambio combinado de panorama y vegetación: de llanuras, pasamos otra vez a serranías, y concomitantemente, de vegetación semi-árida, pasamos a hermosos agujíferos, incluyendo los ponderosas, con manchas y vetas de follíferos, algunos en su manto otoñal, algunos, con sus hojas simplemente ya caídas, y su cuerpo plateado desnudo agregando su variedad pictórica al ambiente.
El ambiente se está volviendo literalmente de alto vuelo: con una larga subida, llegamos al paso de La Manga, a 3.069 metros de altitud, oficialmente, y a 3.000 metros de altitud, según nuestro altímetro, una diferencia debida sin duda a las condiciones atmosféricas del momento.
Recién subimos a, y estamos bajando de, otro paso, el de Las Cumbres, también a unos 3.000 metros de altitud.
A corta distancia de este paso, y con todavía vistas de alto vuelo, acabamos de dejar el estado de Colorado para siempre, y estamos otra vez en Nuevo México.
En el pueblo de Chama, terminaron las serranías altas, si bien el terreno sigue serrano.
Recién tropezamos con algo inaudito en Vespuccia o en Canadá: una verificación caminera de documentos en una barrera portátil de policía.
En estos dos países, nunca nadie pide, y nadie muestra, documentos de identidad, salvo cuando se cobra dinero en efectivo en un banco. En los hoteles o moteles, jamás le piden un documento. A un empleado que se contrata, nunca se pide documentos, a no ser que se trate de casos muy especiales como en una empresa trabajando para la seguridad nacional.
E, incidentalmente, por lo menos en Vespuccia - no sabemos cómo es en Canadá - no existe un archivo de impresiones digitales para la población en general; solamente individuos envueltos en actos delictivos se ven sometidos a la toma de impresiones digitales; el ciudadano común de este país consideraría la toma de sus impresiones dactiloscópicas como un agravio a su libertad individual, un acto de dictadura. Tampoco existe, en este país, un sistema de cédula de identidad nacional, ni tampoco estatal o de otro tipo.
Así que aquella verificación de documentos en la carretera fue realmente algo inaudito.