tiene la menor ventilación salvo su conexión, ni siquiera con puerta, con el resto del departamento - el cual departamento bien puede ser una sola habitación.
También esta mañana, antes de emprender viaje, nos enteramos de que, en una localidad de los aledaños noroeste de Denver, Rocky Flats, donde hay una fábrica de armas nucleares, se preparaba, justamente para hoy, una manifestación contra la fabricación de tales armas, y una contramanifestación a favor de tales armas; y se estimaba que la manifestación en contra de las armas nucleares traería unas 20.000 personas, y la contramanifestación, o sea a favor de dichas armas, unas 200 personas - protegiendo sus sueldos.
Y no se trata solamente del peligro en el uso de esos artefactos infernales sino también del peligro en su fabricación. Precisamente esta fábrica tiene el antecedente de que, durante años, había habido pérdidas de substancias radioactivas antes de que alguien se diera cuenta. A pasos de una ciudad como Denver.
Asimismo, nos enteramos de que también en Alemania hay grandes manifestaciones contra los cohetes nucleares.
Pero, aquí o allá o en cualquier otra parte, lamentablemente de poco servirán tales convicciones y entusiasmos populares.
Estamos pasando por el pueblito de Morrison. Hay una gran casona con las paredes externas decoradas de dibujos con motivos florales y geométricos, una vista inhabitual y sorprendente - ah pero todo se aclaró ahora: vimos el nombre Margarita, y nos dimos cuenta de que es un restaurante mexicano.
Nuestro próximo destino, un yacimiento de fósiles muy especiales, fósiles de delicadísimos insectos; el monumento nacional Florissant.
Estamos atrapados en nuestro propio juego de los caminos segundarios. Hay dos maneras de llegar a nuestro destino: por una autopista o por un camino segundario; elegimos éste; pero está resultando no un camino segundario sino un camino de aventurero, angosto, torcido, de tierra con fuertes pendientes; lamentablemente, ahora no hay otro remedio que seguir adelante.
Por lo menos, estamos otra vez rodeados por nutridos bosques de hermosos pinos; otra vez, el milagro de los oasis de altitud en la semi-aridez, para no decir aridez, generalizada.
Visitamos el yacimiento de fósiles de Florissant, o mejor dicho una pequeña muestra de los fósiles en tan sólo dos vidrieras, porque afuera, en el terreno, no hay nada a la vista, y está prohibido excavar.
Este no es un lugar para los megalómanos; nada de dinosaurios decamétricos. Este es un lugar de encanto para aquellos que aprecian una delicadeza sutil milagrosamente conservada en roca.