- parece que la lluvia no está cayendo por gravedad sino que está proyectada desde las nubes hacia abajo.
Pero no nos podemos quejar; es ello solamente la materialización de nuestros planes y proyectos. Hemos empezado esta Expedición en otoño, no por ignorancia sino porque razonamos que sería probablemente mucho más interesante e instructivo ver cada zona del continente en su aspecto más típico; que, para empezar, sería más interesante ver el noreste del continente en otoño, el Artico, en invierno, y así, dentro de lo posible, sucesivamente, las demás partes del continente, cada lugar, en su época más característica.
Hay que decir que, hasta ahora, nuestro razonamiento resultó ser certero; toda aquella hermosura de los follajes de Nueva Inglaterra que tanto nos encantó, que tanto nos sorprendió, hora tras hora, día tras día, no la hubiéramos conocido en otra época del año; el paulatino cambio, de árboles de hojas caedizas a árboles de agujas, no lo hubiéramos visto tan claramente en verano cuando ambos tipos son verdes; otro aspecto de lo certero de nuestra decisión es que no hay ni un turista a la vista, de manera que se ve el ambiente y la gente (cuando es que se la ve a ésta) en su estado más común de trabajo diario.
Hay otras ventajas que surgen de nuestra decisión y que esperamos disfrutar más adelante; como ser que, en invierno, en el norte, no habrá mosquitos, los que, como es sabido, se lo comen a uno vivo, no habrá polvo o ripio en los caminos sino una superficie de nieve bien apretada y firme, y hasta podremos viajar por lugares, o alcanzar puntos que, en verano, son inalcanzables porque, en verano, en el norte, todo es pantanoso, mientras que, en invierno, todo queda bien firmemente congelado; otra ventaja es que, en invierno, no hay pulverizaciones de los bosques mientras que las hay en otras épocas, cuando la gente cree que puede refugiarse en los grandes espacios boscosos para llenarse los pulmones de aire fresco y puro, pero, en realidad, se llena de productos químicos con las consecuencias para las generaciones presentes y futuras.
Así que, volviendo a la intemperie de esta mañana, aquí, en Port-aux-Basques, no nos podemos quejar y no nos quejamos y no nos vamos a quejar, aun después de haber escuchado en el boletín meteorológico la serie de advertencias de tormentas por todos los lados.
Cartel cerca de Port-aux-Basques
También en la radio, una de las primeras noticias locales que escuchamos nos causó entre sorpresa y risa. Resulta que aquí, en Terra Nova, una de las mayores zonas de pesca en la Tierra, tienen que importar carnada para poder seguir pescando; por lo que escuchamos, tienen que traerla de Europa, más precisamente de Noruega. Parece que, para pesca eficaz, hay que reconocer que los peces tienen un paladar delicado; y que no cualquier carnaza va a satisfacer sus requerimientos gastronómicos.
Estamos por viajar. Acabamos de hablar con unos lugareños, y ellos nos dieron la reconfortante advertencia de cuidar los quince a veinte primeros kilómetros >>>>>>>>