Con idioma del grupo atabascano de lenguas habladas en Canadá occidental y Alaska. Aún hoy, después de tantos siglos, un Navajo de Arizona puede llegar a entenderse con un cazador de caribú de Yukon.
De nombre original, en ese idioma: Dene, o sea La Gente - como tantas otras etnias se llaman a sí mismas "La Gente" en su propio idioma, según pudimos constatar. Pero llamados "apachu nabahu", algo así, por los Anasazis-Albañiles-Arquitectos, con el significado no sorprendente de "enemigos de campos cultivados". De donde, el castellano Apache para una rama, y Navaho, o Navajo, para otra rama; nombres heteróctonos pues para los Denes pero tan universalizados que los propios Denes los utilizan.
Se cree saber, que los malones por los Denes - todavía, por aquel entonces, ni Apaches ni Navajos - contra las varias etnias en este Surponiente ya no eran ninguna novedad en la época de los 1100 d.C., que ya había habido olas de saqueos desde los 800 d.C.; pero fue en los 1100 d.C. - ya sea porque había habido tal exacerbación de la situación, ya sea porque los Anasazis habían desarrollado las técnicas para hacerlo - que los Anasazis-Arquitectos decidieron fortificar sus pueblos según anotamos en 6).
Pero, obviamente, sin el éxito que anhelaban. Porque se vieron obligados a una última medida de protección.
7) Por los 1200, por ahí
ð- Viviendas; anidadas y refugiadas en ahuecamientos naturales en farallones, más alto que el pie del farallón, más bajo que el reborde de la mesa encima; nada de arreglo troglodita; verdaderos pueblos con habitaciones hasta en varios pisos, hasta donde la bóveda permitía; escaleras, torres, debajo de lo que es difícil llamar alero por lo grueso que es; para una cantidad de habitantes tan variable como los espacios disponibles desde cuatro a cinco habitaciones hasta cien o doscientas personas por cantilpueblo; con paredes otra vez más delgadas dado que, por una parte, ya no servían para defensa y, por otra parte, tenían frecuentes apoyos en la forma del ahuecamiento.
ß- Kivas - ahora, cantilkivas; excavadas, con mucho trabajo, en el piso del ahuecamiento o sea en la pura masa lítica del cantil; más pequeñas que anteriormente; pero con todos los requisitos, incluyendo hoya de fogón protegida contra corrientes de aire desde la boca de admisión de aire fresco, y un hoyito en el suelo como símbolo de entrada al mundo de los espíritus; siendo admirable, considerando la severa e inconmovible limitación de espacio, la cantidad de cantilkivas por cantilpueblo.
Naturalmente, todo ello, tan difícil de acceso como posible y tan fácil de defender como posible.
En nuestras recorridas de las ruinas, pudimos apreciar en carne propia el propósito defensivo de sus ubicaciones. Como ejemplo, tuvimos que trepar por >>>>>>>>