justamente acabamos de pasar por dos pueblos con tales topónimos. Por una tercera parte, apellidos y topónimos con aglutinaciones de varias letras para expresar un solo sonido, como ain, oin, on, an, em, y con numerosas letras de adorno, que no se pronuncian, bien a la francesa.
Aproximándonos a Baddeck.
El panorama sigue de falsos grandes lagos de serranías que, por el mapa sabemos, son imbricaciones de ensenadas y promontorios. La carretera sigue siendo buena, adaptándose con facilidad a la topografía. El ambiente sigue siendo sin alma viva; no hay nadie a la vista que camine, que hable, que trabaje, que se mueva, que haga algo, que no haga nada; sin embargo, hay casas, hay coches estacionados; se repite la pregunta: ¿dónde está la gente?
Acabamos de salir del museo de Alexander Graham Bell en Baddeck. Sumamente interesante.
•ß El edificio mismo del museo está muy bien ideado. No consta de la habitual serie de habitaciones cuadradas en hilera, sino de varias salas de forma y tamaño diferentes, y unidas por pasillos y escaleras de formas asimétricas, de manera que, cuando se está en una de las salas, se tiene la impresión de estar en la única sala del museo, y cuando se pasa a otra sala, se tiene la impresión de estar en un lugar totalmente diferente.
Uno se siente agradecido por el hecho de que el museo ofrece por dentro muchísimo más de lo que promete desde afuera; y uno también se siente agradecido por el hecho de que, si bien el nombre Bell es sinónimo, en la mente popular, de teléfono, el museo no es una glorificación de tal asimilación de pensamiento sino que le da, a cada aspecto de las muchas actividades de Graham Bell, una parte balanceada, sin preferencias.
•ß En cuanto al teléfono, este museo, empero, nada hace para disipar, cambiar, la noción de que Bell inventó el teléfono.
Sin embargo, nosotros sabemos, de otra fuente, que hubo varias invenciones del mismo principio - anteriores al "descubrimiento" de Bell; la primerísima de ellas siendo una invención italiana de un signor Meucci, fehacientemente comprobada por una patente de invención anterior a la patente otorgada a este Mister Bell.
El primer teléfono que se podría llamar teléfono puede haber sido, dentro de la confusión de la germinación de este invento, la obra de Johann Philippe Reis - quien también acuñó la palabra, en 1861, once años antes de que Graham Bell reclamara para sí la paternidad, en 1872, ... no sin también tener pleitos judiciales respecto al mismo tema con otros inventores sobre la misma pista, como ser un Gray.
Lo que no es más que otro ejemplo, entre muchos, de que él que más conocido está por algún invento, muy probablemente no lo inventó en primicia y exclusividad en un vacuo de nada sino que más bien fue inspirado por una >>>>>>>>