Así que vimos tres chispas locales en Salt Lake City. El estacionamiento reservado para dar la bienvenida que se merecen a visitantes llegados de lejos; la cámara acústica para dar la posibilidad a los niños de acostumbrarse a actividades adultas sin dejar de ser niños; y los semáforos para ciegos.
Hablando de chispas, hablando de chispas, no sabemos si es mejor o peor que hayamos estado tan concentrados en nuestro tema que nos desentendimos, despreocupamos, por completo de otras chispas en la ciudad de Salt Lake; por completo, increíblemente, de chispas de radioactividad - y no radioactividad sufrida por desafortunado, inevitable, imperativo, ya sea geológico en el suelo o meteorológico en los vientos, sino hacendosamente traída y acumulada en la forma de toneladas tras toneladas de arena radioactiva como relleno debajo de ciertos edificios; se dice que 22.000 toneladas, con una radioactividad solamente 15/oo menor que mineral de uranio. Parece que la propia estación de bomberos tiene su ración, con 800 toneladas.
¡Cómo se les cambió el mundo a los Mormones!
Hoy, cuando salimos de Salt Lake City, nos dirigimos hacia el oeste, hacia la famosa pista salina para ensayos de coches de super alta velocidad de Bonneville. Pronto, aparecieron las primeras salinas.
Llegamos a un recreo bastante dañado por, según nos enteramos, ... una reciente subida del nivel del lago; parece que, si bien geológicamente el lago se está achicando, de vez en cuando tiene sus inundaciones.
También probamos la salinidad del agua y no nos pareció tan extraordinaria como lo hubiéramos esperado, tomando en cuenta que, con sus 23/oo de concentración de sal, se la considera cinco veces mayor que la salinidad de cualquier océano, y se la clasifica segunda en la Tierra después de la salinidad del Mar Muerto.
Cualquiera sea la impresión gustatoria, se dice que en este lago no es necesario saber nadar para flotar; quedando la pregunta de si vale la pena hacerlo: algunas personas son alérgicas a tanta concentración, y de todos modos es cuerdo enjuagarse luego con agua dulce - siempre que la haya.
Con todo, nos resultó notable cómo la vida se adapta a la salinidad que hay. Vimos pájaros, vadeando en los lugares poco profundos, nadando en los lugares más profundos; vimos pececitos milimétricos por centenares, adaptándose aparentemente muy bien.
Y no alcanzamos la pista de ensayos.
Ahora estamos, como ya dicho, con las cuatro ruedas en un barro reseco salado. No tuvimos ninguna dificultad para elegir este lugar para pernoctar - no hay nada para elegir, todo está chato y desnudo, salvo, de un lado, las laderas >>>>>>>>