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llevando agua, con caudal y velocidad bastante elevados, de manera perfectamente impermeable por las porosidades de la lava. Bastante curioso. A pesar de la blancura del cemento, no es obra reciente: ya hace 52 años que fue construida.

Ya recorrimos bastante terreno en Idaho, y recién aquí, ya al sur de Shoshone, vimos nuestros primeros campos de las primeras papas. Hablando de papas, Idaho se está perdiendo una gran oportunidad de figurar entre los estados que se forjan una imagen pública a base de algo que les es único. ¿Cómo es que a nadie se le ocurrió todavía que cada vez que el nombre Idaho aparece en alguna inscripción pública apropiada podría reemplazarse la O final por una típica y expresiva papa.  Por lo menos, no lo vimos.

Llegamos al pueblo de Buhl, pero ya es demasiado tarde para la visita del criadero de truchas más grande de la Tierra que tenemos prevista aquí.  Mañana será.

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Esta mañana, nos levantamos otra vez antes del amanecer; parece que el Sol se está volviendo cada vez más perezoso; pero tuvimos el típico concierto matutino con orquestación completa: las vacas, los perros, los gallos, mientras que una cohorte de gansos - y cómo se sabe que no son gansas - recorría majestuosamente, paso a paso, su terreno, inspeccionándolo; todo ello, cerca de una ruta segundaria si se quiere, pero de mucho tráfico: hay que tratar de cerrar un oído para no escuchar los vehículos y abrir doble el otro oído para disfrutar de lo demás.

Anoche, nos apartamos de nuestra habitual cena de mezcla de verduras crudas, y probamos dos productos famosos de Idaho: sus truchas y sus papas. Božka cantó las alabanzas de la delicadeza de las truchas, y Karel decidió que son una vaciedad perfectamente inerte e insípida de proteínas y se queda con la trucha del Artico, de la cual tanto comimos en Resolute.

Tres horas tardó la muy interesante visita de la truchería o, si se quiere, del establecimiento trucheril. Ya visitamos otros establecimientos de cría acuática, pero éste fue el más interesante, y de lejos; sin quitarles nada a los demás.

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Primero, no se trata, como en los casos anteriores, solamente de un criadero-incubador que eventualmente larga sus criaturas en ríos y mar, sino de un completo establecimiento integrado que empieza con las huevas y termina con la trucha en la mesa.

En segundo término, si bien tiene las consabidas hileras de piletas de cemento, el agua en estas piletas no está quieta sino que se mueve muy vivamente, y está muy limpia y clara, y, según se nos informó, muy oxigenada, como en verdaderos ríos de montaña.  De hecho, a más de dichas piletas, >>>>>>>>