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cerrada; por los bajos precios del metal. Y el berilio, del cual también hay en la mina, dejaron de explotarlo, hace un par de meses.

Pero vamos a ir a ver el hoyo de Butte igual, si es accesible, uno de los más grandes hoyos artificiales en la Tierra.

Pasando por Butte. Aquí, por lo pronto, no descubrieron todavía la inspiración moderna de llamar sus calles por números, quedándose más bien con la antiguada costumbre de llamarlas por nombres - haciéndolo, incluso, temáticamente con nombres de metales; así que estamos pasando por las calles de Aluminio, Mercurio, Plata, Cobre, Platino, y otras; y hasta también honran el humilde Hierro. Ahora, en otro barrio, cambiaron de tema; calle tras calle, desfilan los nombres de varios estados de Vespuccia.

Butte tiene otro aspecto de antiguada personalidad: sus edificios, o por lo menos los edificios de la parte original de la ciudad, están construidos de verdaderos ladrillos sin firuletes y sin debilidades. Esta misma observación, en realidad, también rige para los últimos pueblos que cruzamos, empezando inclusive en Lewiston e incluyendo Kellogg.

Pudimos ver la excavación de la mina. Calculamos su profundidad en términos de vueltas que da la espiral de la rampa para los gigantescos camiones que habitualmente sacan el mineral, con unas 32 vueltas en espiral, de mayor a menor diámetro de arriba para abajo; en cuanto a su dimensión lateral, no se puede abarcar de un solo vistazo.  Como previsto, la mina estaba silenciosa.

Silenciosa en vez de trepidante de actividad los 365 días del año, las 24 horas del día, dinamitando y extrayendo 250.000 toneladas diarias de material a lomo de camiones por la larga, ardua, y posiblemente vertiginosa, espiral, según solía ser la rutina diaria, y tal como los obreros, la empresa, y las ciudades de Butte y de Anaconda, esperan que algún día volverá a ser.

De Butte, nos estamos encaminando hacia el sur. Empezamos a recorrer un gigantesco S acostado, por el centro del oeste de Vespuccia. Evidentemente, no es sin muchas y variadas razones, expectativas y esperanzas, que estamos emprendiendo esta S geoglífica.

Hace un rato que nos estamos rompiendo la cabeza para describir la topografía; hasta que, por fin, surgió de las profundidades de la memoria la manera cómo un explorador - no nos acordamos quién - le explicó a su rey la topografía de un lugar: tomó una hoja de papel, la arrugó, la puso en la mesa y dijo "Majestad, así es". Lo mismo decimos nosotros. No obstante ello, hay bastante lugar para llanuras empastadas donde a menudo se ve ganado.

El tiempo se aclaró. Hay Sol; con nubes sólo lo suficiente como para adornar el cielo.

Pasamos de Montana otra vez al estado de Idaho. Y sin embargo, no cambiamos de zona horaria.  Sorprendente.  Incomprensible.