•⇔• Otra cosa que no tuvimos el tiempo de mencionar es la radiofonía, o sea los programas de radiodifusión.
Tenemos la impresión de que las emisiones radiofónicas de esta parte del continente son mucho más agradables que las que pudimos escuchar en Vespuccia. En Vespuccia, hay una plétora, se puede decir una indigestión, de emisoras, y aquí, en Halifax, hay solamente una fracción de tal cantidad, y sin embargo, en Vespuccia, al recorrer el dial, uno quería escapar del bombardeo de platitudes y vaciedades, mientras que aquí, con las pocas emisoras que hay, cada vez que prendemos el receptor, hay algo interesante para escuchar, algo que tiene substancia e interés intelectual aunque no se tenga especial interés en el tema tratado. Aquí, prendemos la radio con curiosidad, a ver qué hay; en Vespuccia, salvo para algunos programas repetitivos de gran interés, ni teníamos ganas de prender la radio. Otra ilustración de que lo más no es necesariamente lo mejor.
•⇔• Otra cosa que no tuvimos el tiempo de mencionar es que cuanto más al norte se viaja, tanto menos policía se ve.
En Nueva Inglaterra, había patrulleros de policía por todos los lados, no se podía viajar, no se podía quedar parado un rato, sin que, de algún lado, apareciera un patrullero rondando; pero en Maine ya había menos de tal vigilancia; y desde que cruzamos la frontera de Canadá hasta aquí - un poco más allá de Halifax - vimos un solo patrullero, y ello, de manera muy justificada, cerca de una carretera de gran tráfico a la entrada de Halifax, y no venteando, olfateando, potenciales transgresiones.
Hay que aclarar que policías de a pie no existen.
•⇔• Finalmente, para ponernos al día - al día con las observaciones impostergables, porque hay otras, que pueden esperar - cuando cruzamos la frontera a Canadá, pasamos de una zona horaria a una zona horaria diferente, más adelantada de una hora, o sea que, cuando en Maine eran las 16, en New Brunswick, en el mismo momento, ya eran las 17. El primer cambio de zona horaria, seguramente de muchos, de esta Expedición.
Aquí, en Nova Scotia, podemos sentir prácticamente en carne propia, podemos visualizar más palpablemente, el tremendo tamaño de Canadá. Estamos, aquí, mucho más cerca de la costa de Sudamérica que de la costa pacífica del propio Canadá.
Otras ilustraciones de las tremendas dimensiones de Canadá son las siguientes:
• La costa norte de la isla Ellesmere está tan al alcance de Moscú como de >>Ottawa.
• La bahía de Hudson podría tragarse la península ibérica sin dejar un rastro.
• El tamaño del parque nacional canadiense Wood Buffalo es digno competidor de >>toda Suiza.