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Pasados el pueblo de Washutucna y un coulee, o una coulee, o cómo se quiera, de mismo nombre, se nota la aridez de nueva manera: no hay riego en marcha porque los campos están siendo arados, y tenemos la novedad de grandes fantasmas, casi simunes, de polvo levantados por los tractores arando; además, aun en campos sin tractores, se ve una multitud de espirales de polvo energizadas por el viento, como mini-tornados - mejor que estén allá y no acá.

Es notable a qué punto se empeñan aquí en arrancar a la naturaleza hasta lo último de lo que se pueda, a pesar de lo ondulado del terreno - no demasiado del punto de vista de topografía abstracta pero bastante del punto de vista agricultural - en combinación con la aridez.

Felizmente, estamos dejando atrás, a nuestra derecha, una tierra prohibida de la Comisión de Energía Nuclear del gobierno contaminada por 420.000 galones - en las unidades dadas por nuestra fuente de información vespucciana, o sea más de un millón y medio de litros - de desechos líquidos altamente radioactivos, por culpa de pérdidas en los tanques de almacenamiento, sobre un período de quince años. Quiere decir, no por accidente sino por desidia criminal. Tierra prohibida de nombre Hanford Reservation.

Caso que, por otra parte, no es otra cosa que la versión húmeda de 35 casos análogos en versión árida, diseminados por nueve estados del oeste vespucciano con Nuevo México en primera fila, como túmulos de desechos sólidos de plantas procesadoras de uranio dejados expuestos a vientos y lluvias, con la consiguiente contaminación radioactiva de aire, agua y suelo.

Ya faltando menos para el deslinde entre Washington y Idaho, reaparecieron los afloramientos rocosos y las pendientes muy empinadas. Se ve aquí a las claras la lucha entre la determinación humana que quiere arrancar a la naturaleza hasta el último metro cuadrado que, de alguna manera, se pueda arar y cultivar, y la naturaleza que resiste con todas las rocas en su poder.

Sabemos que hay países cortos de tierra donde cultivan hasta las pendientes más inverosímiles, pero en un país como éste, que tiene tanto terreno del más cómodo y rico que se pueda imaginar, semejante empeño en aprovechar todo es realmente notable.

Volviendo a los tractores, por su tamaño, su ruido, y sus trepidaciones, nos preguntamos qué diferencia hay entre su operario y un obrero industrial en una fábrica, salvo quizás que el operario del tractor está enclaustrado en su cabina y en solitario mientras que los trabajadores industriales por lo menos ven una cara humana e intercambian una palabra de vez en cuando. ¿Dónde se quedó la agricultura bucólica de antaño?


Lewiston desde arriba

Llegamos a la ciudad de Lewiston, en Idaho. Aquí, vamos a tener un cambio total y dramático de tema: una nueva visita industrial - después de tanto tiempo.  Hay aquí una importante fábrica de productos de madera.  Tiene muchos >>>>>>>>