. Una cosita, que los dos ventisqueros son dos de ocho lenguas de hielo
bajando de un campo de hielo común allí arriba entre los cerros; este campo de hielo es la mayor acumulación helada de las Montañas Rocosas, algo de 325 kilómetros cuadrados, y no es el resultado de las nevadas anuales sino el resto de la última glaciación; el mismo fenómeno, agregamos nosotros, en mini-escala, que vimos tan abundantemente en Ellesmere.
.. Otra cosita, que cada avance del ventisquero no forma su morena con
solamente el material que transporta en su propio hielo, sino que forma su morena también empujando el material depositado por el avance anterior antes de su retirada, y que sus propios depósitos de rocas y cieno tendrán que esperar la próxima avanzada para ser empujados y amontonados en una nueva ondulación de morena frontal.
... Otra cosita, que morenas no son necesariamente obvias como acumulaciones de material desnudo, que bien pueden ser de edades tales que tuvieron el tiempo de esconder su identidad como ondas de vegetación, la que puede llegar a ser boscosa.
Ahora, vamos a ver si sacamos algo bueno de lo malo; o sea, ya que los ventisqueros se han retraído tanto, quizás sea una buena oportunidad para ver lo que no se puede ver cuando el ventisquero existe - o sea el fondo de su lecho.
Fuimos y vimos. Caminamos la substancial distancia desocupada por este ventisquero en los últimos cien años de su retirada. En cierta manera, es un privilegio poder caminar donde, en otros tiempos, había una implacable masa de centenares de metros de espesor de hielo.
Es notable la cantidad de material, o sea de rocas y de lodo, acumulada en las morenas. Es tremenda la abrasión, a veces casi la escarificación, en los afloramientos de base por las rocas sueltas arrastradas por, y bajo, el inmenso peso de los hielos en marcha. Nos acercamos hasta tocar el hielo de base mismo del ventisquero en su estado presente; vimos exudaciones de un agua tan lechosa que parecía más bien una solución de cieno, manando de sus entrañas por grandes fisuras internas, dentro de las cuales era posible internarse.
Aun en su estado presente, la superficie del ventisquero parece ejercer una fascinación que nosotros no sentimos, porque cada día la invade una tropilla de vehículos de orugas con su cargamento de turistas para darles la posibilidad de pisar un ventisquero; pero, naturalmente, no el ventisquero al natural, porque allí donde van los vehículos todo fue nivelado por aplanadoras, y además no se permitiría a nadie que pise un lugar que no sea apto para cualquier público.
Y nosotros, ahora, hacia el sur. Por lo menos, parece que, con la lluvia, se fue la contaminación ambiental de ayer.