→ Otra yapa, la tuvimos recién: nos detuvimos al borde de la ruta y nos adentramos caminando en el bosque.
Nos encontramos en un ambiente como pocas veces ha de darse; la totalidad de la superficie entre los troncos de los coníferos, cubierta por una increíble alfombra de musgo que debía de ser bastante espesa porque, con cada pisada, se hundía fácilmente unos 15 ó 20 centímetros, alfombra perforada por muchos hongos, grandes y chicos, de varios tipos. Fue un encanto caminar en el silencio de lujo oriental de esta alfombra; en realidad, silenciaba demasiado las pisadas para las circunstancias porque anteriormente habíamos visto un ciervo y un oso negro, y es sabido que, para evitar problemas con osos, hay que evitar encuentros repentinos, y para evitar encuentros repentinos, hay que hacer ruido.
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Pasamos una muy agradable noche a orilla de un camino rural muy segundario, cerca de un pastizal con vacas, de un campo de trigo y de un pequeño bosquecillo con olor a tono; noche precedida de una apacible y rojiza puesta de Sol por un lado, y de una Luna casi llena levantándose por el otro lado.
Estamos acercándonos a Edmonton.
Sabemos que hay grandes campos petrolíferos en un círculo muy extenso alrededor de Edmonton; justamente tendríamos que estar pasando ahora por uno de ellos. Pero, hasta ahora, salvo dos o tres bombas de extracción, nada vimos; y ello no corresponde a la idea de grandes campos petrolíferos.
Lo que sí nos va llamando la atención cada vez más es un sinfín de carteles rezando: Cuidado, Gasoducto - Cuidado, Oleoducto; y lo que nos resulta misterioso es, de dónde, a dónde, y por qué, hay aparentemente tantos oleoductos y gasoductos invisibles.
Un tal cartel
Ahora sabemos. Resulta que la gran zona todo alrededor de Edmonton, no es que simplemente tenga yacimientos petrolíferos sino que está flotando sobre un mar de petróleo; los depósitos petrolíferos se encuentran a tan escasa profundidad que, en muchos casos, ni siquiera hace falta bombear el líquido; éste sale por sí solo - a veces inclusive por fuerza artesiana natural, aun cuando, en la mayoría de los casos, por fuerza artesiana artificial; o sea que, en vez de tomarse el trabajo de sacar el petróleo bombeándolo de las profundidades, inyectan agua en los depósitos, con lo que logran que el petróleo salga solo, para ser llevado por las tuberías subterráneas, sin que se vea nada de afuera.
Además, según nos dijeron nuestros interlocutores, parte del potencial >>>>>>>>